En 1882 un tal Frank Miller (nada que ver con el dibujante de cómics) inventaba un nuevo tipo de criptografía, la libreta de un solo uso. El invento de Miller quedó en el olvido hasta 1917, cuando fue rediseñado y patentado por Gilbert Vernam. La libreta de un solo uso es una técnica en principio sencilla pero muy poderosa: se han de generar unas claves que sean totalmente aleatorias y tan largas como el mensaje que se quiere transmitir. La clave se combina con el mensaje aplicando una operación XOR y ha de ser destruida después y nunca reutilizada. Si se cumplen estas condiciones y se mantienen las claves en secreto, el mensaje es indescifrable por alguien que lo intercepte.
Esta simplicidad y potencia también tiene grandes problemas. Las claves han de ser largas y por tanto son imposibles de memorizar (dejo por aquí a los guionistas la idea de una serie de un agente que puede memorizar claves de libreta de un solo uso) y se han de mantener siempre en secreto. Y al tener que ser tan largas como el mensaje, solo se podían enviar mensajes cortos. La manera más viable que se encontró de usar este sistema en el periodo de entreguerras fue con agentes a los que periódicamente se les pudiera entregar claves de forma segura, en una libreta que fuera fácil de ocultar y de destruir (a veces se usaba nitrocelulosa para poder quemarla rápido si el agente era descubierto). Por tanto quedó para usos limitados.
En 1983 el Servicio Internacional de la BBC recibió una carta de una oyente andorrana. En la carta la oyente se quejaba de que un día la emisión había sido interrumpida por una voz que durante unos minutos se limitó a repetir secuencias de números. La BBC contestó a la oyente indicando que no les constaba ninguna interferencia y que seguramente se trataba de un parte de gruesos de nieve en el Pirineo. La anécdota quedó en nada, pero no era la primera vez desde el comienzo de la Guerra Fría que algún civil informaba de emisoras no registradas que hacían estas extrañas emisiones de números.
Este fenómeno llevaba décadas siendo observado. De vez en cuando en frecuencias no registradas se captaban emisoras bastante extrañas. Algunas simplemente estaban emitiendo un pulso continuo para ocupar la frecuencia. Otras emitían señales Morse periódicamente. Otras aún más inquietantes a determinadas horas del día emitían primero una canción para después repetir secuencias de números y terminar con otra canción. Algunas de estas emisiones eran en inglés, otras en ruso, en alemán, en español… En algunos casos llegaban a interferir con emisiones legítimas, como el caso reportado desde Andorra en 1983. Diversos radioaficionados se dedicaron a grabar, documentar y registrar estas emisoras.
El más destacado de estos radioaficionados fue posiblemente Akin Fernandez, que desde 1992 registró y documentó emisoras. En 1997 publicó a través de Irdial Discs 4 CDs titulados The Conet Project con sus grabaciones. Posteriormente otros radioaficionados han seguido con el tema y han mantenido diversas webs con la información de la que se dispone. Una de las más destacadas es Numbers Stations que además de información os permitirá escuchar grabaciones.
La cuestión es: ¿qué son estas emisoras? Numerosas peticiones de desclasificación de información han dado en saco roto. Uno de los investigadores recuerda que tras numerosas peticiones un funcionario británico le acabó respondiendo que “no era una cuestión para el público en general”.
A falta de información oficial, los expertos que han analizado las emisiones han llegado a la conclusión de que nos encontramos ante una aplicación práctica del cifrado de libreta única. Al parecer estas emisiones serían mensajes cifrados con este algoritmo destinados a espías en suelo extranjero. Como el algoritmo es completamente seguro mientras las claves solo las tenga el receptor y no se reutilicen, no importa que las emisiones sean interceptadas y así se pueden usar medios de bajo coste como emisoras de radio.
Dentro de estas emisoras estarían también las que emiten EAMs como comentamos en el artículo La Orden Final, con la facilidad que proporciona contactar por radio con un bombardero en pleno vuelo. Y el hecho de que tanto las emisoras de EAMs como las emisoras “normales” de números hayan cambiado su horario de emisiones durante eventos importantes corroboraría la sospecha de que se usan para comunicarse con agentes.
Irónicamente, la única posible confirmación oficial de la funcionalidad de estas emisoras ha venido del gobierno americano. En 1998, en el caso de “los Cinco de Cuba”, un sonado caso de espionaje cubano en suelo estadounidense, el FBI acusó a los miembros del grupo de recibir mensajes de una emisora de números cubana conocida como “Atención” por iniciar así siempre sus emisiones. Según la acusación, con un software encontrado en el portátil de uno de los procesados, se consiguieron descifrar algunos mensajes. Por supuesto, cuando a raíz de este caso el Gobierno de Estados Unidos recibió peticiones de desclasificación sobre uso de esta tecnología por su parte, las peticiones fueron denegadas.
Es probable que nunca lleguemos a saber la verdad de todas estas emisoras. Pero a veces los misterios son interesantes mientras siguen siendo misterios. Y así podremos seguir fantaseando y especulando sobre qué habrán querido decir con:
“ONE FIVE SIX THREE TWO ONE FIVE SIX THREE TWO END”