En la primavera de 1915 Wilfred Owen continuaba en Burdeos ocupándose de las clases a la familia de la Touche, mientras se debatía una vez más con las cuestiones de su futuro. Su alumno Peyronnet le hizo una oferta: acudir a una feria comercial que se celebraría en Londres en mayo para buscarle un agente para sus perfumes. Wilfred accedió y el 3 de mayo cogía el tren nocturno a París. Tras pasar un día con Tailhade, Wilfred se dirigió a Calais y de allí a Londres y Shrewsbury. Tras unos días con la familia, el 19 volvía a Londres para participar en la feria, aunque según dijo también para “otro objetivo importante”. No queda claro el qué, pero parece que se refería a averiguar cómo alistarse. No era de extrañar en una Inglaterra con un constante flujo de propaganda. Precisamente el 18 de mayo de 1915 se publicaba el famoso cartel de Lord Kitchener instando a alistarse.
De vuelta a casa un par de semanas, Wilfred retornó a Londres y completó sus objetivos: encontró un agente para Peyronnet, hizo los papeleos de visados para volver a Francia y descubrió que el regimiento de los Artists’ Rifles podía aceptar a “caballeros que hubieran vivido en el extranjero”. El ejército había aceptado esto como sustituto de haber sido alumno de una escuela privada, pero su tiempo en el extranjero no le bastaría para ser nombrado oficial directamente y tendría que pasar unos meses de cadete si se alistaba.
El 13 de junio se ponía en camino a Francia y retomaba las clases a los de la Touche mientras seguía rumiando su alistamiento y se autoorganizaba un plan de preparación física para ser apto. En septiembre la Sra. de la Touche decidió que no podía postergarse más la educación en Inglaterra de los dos hijos mayores y el 12 de septiembre de 1915 Wilfred y los niños emprendieron viaje. Al día siguiente ya estaban en Londres y dos días después se despedía de ellos en Paddington Station.
Tras pasar un mes en casa, Wilfred volvió a Londres y el 20 de octubre de 1915 entraba en la oficina de reclutamiento de los Artists’ Rifles, tal y como había hecho Edward Thomas tres meses antes, y prácticamente a la vez que Isaac Rosenberg, aunque Rosenberg en circunstancias muy diferentes, yendo a una oficina de reclutamiento convencional al no poder aspirar a más que ser soldado.
Tras pasar el reconocimiento médico, Owen tomó el juramento:
“Yo, Wilfred Edward Salter Owen, juro por Dios Todopoderoso que seré fiel y mostraré una fidedigna lealtad a Su Majestad el Rey Jorge V, sus Herederos y Sucesores y que cumpliendo con mi deber defenderé honesta y fielmente a Su Majestad, sus Herederos y Sucesores en Persona, Corona y Dignidad frente a todos los enemigos de acuerdo con las condiciones de mi servicio”.
Había pasado a ser el soldado Owen, número 4756, 28th London Regiment (Artists’ Rifles).
Como vimos al hablar de Edward Thomas, el Artists’ Rifles era un regimiento de adiestramiento de oficiales. Owen iba a formarse aquí para unos meses después pasar a ser oficial en algún regimiento que fuera a combatir. Y así las primeras semanas transcurrieron en Londres aprendiendo lo básico de la rutina del ejército. Al poco de comenzar Wilfred aprovechó para visitar la Poetry Bookshop del 35 de Devonshire Street, la librería que su admirado poeta Harold Monro había abierto unos años antes y en la que además se hacían lecturas y conferencias. En una segunda visita, Owen tuvo ocasión de hablar con Monro y mencionarle a Tailhade, causando el interés de Monro.
El 15 de noviembre de 1915 Wilfred se trasladaba al campamento del regimiento, Hare Hall, en Romford, para continuar la instrucción. El día solía consistir en una charla, desayuno y dividirse en pelotones para ir al vecino parque o a los alrededores a hacer instrucción, tanto largas marchas como adiestramiento en uso de armas, cavado de trincheras, etc. Había además clases, por ejemplo de lectura de mapas. Dada la coincidencia de fechas, muy probablemente Edward Thomas fue el instructor de mapas de Owen, pero si llegaron a hablar, está claro que no hablaron de poesía, ya que como vimos Thomas aún no había publicado ninguno de sus poemas por aquel entonces.
Wilfred no obtuvo permiso para ir en Navidad a casa, pero sí para fin de año. La vuelta a la rutina militar tras el permiso, con un tiempo frío y lluvioso, fue dura. A finales de enero Wilfred presentó la petición para ser nombrado oficial del Manchester Regiment. Aún quedaban semanas o meses para que esto se materializara, pero el camino ya estaba trazado.
De Romford Wilfred pasó a la Escuela de Cadetes en Balgores House, intensificándose el adiestramiento físico, además de tener que hacer exámenes de toda la teoría aprendida. El 19 de mayo terminaba el adiestramiento y Wilfred era enviado a casa con el tradicional “permiso pendiente de destino”, que no tardaría en llegar. El 3 de junio de 1916 el soldado Owen dejaba el Artists’ Rifles y de inmediato era nombrado subteniente del Manchester Regiment. El 12 de junio se presentaba en Witley Camp, Surrey.
El trabajo de oficial era abrumador los primeros días. El campamento del regimiento era mucho más grande que el de Romford y allí Owen empezó a ver el esfuerzo que ponía el ejército en distinguir a los oficiales de la tropa, entre otras cosas con el alojamiento bien separado. Como dijo en una carta, “estoy atrapado en un Islote de Superioridad rodeado de un océano de soldados“. Además, ahora en lugar de tener que hacerse todo él mismo, disponía de sirvientes que se encargaban de lustrarle las botas o limpiar su habitación.
Wilfred tenía ahora un pelotón de unos cuarenta hombres, un sargento, un sirviente y dos o tres exploradores/mensajeros. El deber de Wilfred era supervisar su adiestramiento, demostrando en lo posible ser mejor que ellos, algo difícil teniendo en cuenta que algunos hombres del pelotón ya habían estado en el frente. En algo sí destacaba con creces Wilfred, y era en puntería con el rifle. En una prueba en julio dio en el centro de la diana en tres de cinco disparos. Los mandos decidieron convertirlo en instructor de rifle para varios batallones, algo que no acababa de satisfacerle. Aspiraba a apuntarse a la recién nacida fuerza aérea, el Royal Flying Corps, pero su solicitud no dio resultado.
Entre todo este ajetreo Owen hizo algunos intentos de volver a la poesía, siguiendo con los retos con su primo Leslie. Con el reto de un poema sobre el verano, Wilfred escribiría lo siguiente:
After the blast of lightning from the east,
The flourish of loud clouds, the Chariot Throne;
After the drums of time have rolled and ceased,
And by the bronze west long retreat is blown,
Shall Life renew these bodies? Of a truth,
All death will he annul, all tears assuage?
Volveremos a hablar de estos versos al final de esta serie de artículos.
En septiembre llegó una sorpresa, el campamento del regimiento se trasladaba a Oswestry. Era un campamento bastante pobre en instalaciones, pero obviamente Wilfred se alegró de volver a casa. Y de aquí un nuevo traslado en octubre a la costa de Lancashire y en noviembre él solo a Fleetwood, al convertirse en oficial responsable del campo de tiro de la brigada. Y el 11 de diciembre llegaría el mensaje que finalmente acababa llegándole a casi todo el mundo:
“Le notificamos que en breve se le darán órdenes de destino al extranjero. Por la presente comienza su último permiso y deberá volver el 16“.
Tras cinco días con la familia, Wilfred estaba de vuelta e iniciaba el proceso: examen médico, pagar cuentas y dar instrucciones a su sirviente para preparar su equipaje. El 29 tenía que presentarse en Folkestone ante el Oficial de Embarque. A falta de poder celebrar las Navidades con la familia, Wilfred y otros oficiales festejaron un fin de año adelantado en el Hotel Metropole de Folkestone. El 29 de diciembre Owen desembarcaba en Calais.
El primer paso fue como para tantos otros poetas de la guerra trasladarse al gigantesco campo de Étaples, parada habitual para recibir el destino definitivo y mientras tanto continuar adiestramiento. El 1 de enero recibía la orden de incorporarse al 2nd Manchesters. Con el habitual caos ferroviario, tardó 24 horas en hacer las 40 millas que le separaban de su regimiento, en Halloy-lès-Pernois. Owen se unía a un batallón casi totalmente renovado. La última acción de los Manchesters había sido en noviembre de 1916 intentando tomar Serre, una posición alemana fuertemente fortificada. Al final de la operación solo habían quedado indemnes 6 oficiales y 150 hombres.
Wilfred ahora sí se encontraba plenamente en la realidad del frente y sobre todo sumergido en su pesadilla, el barro. Las instalaciones eran pobres y no había manera de lavarse o mantenerse seco. El 6 de enero su brigada, la 14ª, comenzó a moverse hacia el frente, yendo primero a Beauval. De allí se desplazaron a Bertrancourt y finalmente a Courcelles, donde relevaron al 15th Highlands Light Infantry.
Wilfred se dedicaba a su principal función, comprobar que sus hombres tenían todo lo que necesitaban, incluido supervisar el estado de sus pies, continuamente amenazados por la humedad. Los Manchesters volvían al lugar donde habían sido destrozados, Serre. Durante la batalla del Somme el frente había podido avanzar excepto en este punto y era fundamental eliminar este saliente antes de cualquier gran ofensiva en primavera. Las condiciones del terreno eran tan malas que aún no se podía lanzar un ataque, así que había que ir haciendo pequeñas operaciones de avance.
Siguiendo trincheras de comunicación, siempre pisando agua y a veces hasta las rodillas, Wilfred y sus hombres llegaron el 12 de enero hasta las ruinas de una granja, La Signy. A partir de aquí las trincheras de comunicación habían quedado arrasadas por los alemanes, así que tocaba avanzar a campo abierto caminando por barro que en algunos puntos llegaba al metro de profundidad. No estaban en el frente, sino delante del frente, utilizando trincheras en tierra de nadie y ante la impresionante fortaleza alemana conocida como el Cuadrilátero.
Aplicando el adiestramiento aprendido, Wilfred destinó a 25 hombres a una trinchera y a la llamada “sección de bombardeo” a la siguiente, que tenía como función dirigir ataques y advertir de ataques enemigos. Una ventaja que tenían era ocupar posiciones alemanas, mucho mejor preparadas que las británicas, con refugios en algunos casos a diez metros de profundidad. Por otro lado, obviamente la posición al ser anteriormente alemana, estaba colocada al revés y por tanto expuesta al fuego desde las trincheras alemanas de retaguardia. El 13 casi todos los hombres, salvo el centinela, lo pasaron apretados en el refugio bajo un constante bombardeo alemán. Owen le ordenó al centinela que se colocara al principio de la escalera del refugio para no estar tan expuesto, y esto salvó la vida del centinela. Un proyectil alemán cayó justo en la entrada e hirió al centinela en los ojos. Un año después Wilfred reflejaría la escena en “The Sentry” (pág. 268).
And thud! flump! thud! down the steep steps came thumping
And splashing in the flood, deluging muck—
The sentry’s body; then his rifle, handles
Of old Boche bombs, and mud in ruck on ruck.
We dredged him up, for killed, until he whined
“O sir, my eyes—I’m blind—I’m blind, I’m blind!”
Coaxing, I held a flame against his lids
And said if he could see the least blurred light
He was not blind; in time he’d get all right.
Pocos días después los Manchesters eran relevados, con tan solo la baja del centinela herido y manteniendo la posición. Por tanto, un éxito de Wilfred. Escribiendo a su madre, explicaría que había vivido esos cuatro días “el séptimo infierno”. Con tan solo tres semanas en Francia, la ira que alimentaría más tarde su poesía había empezado a acumularse.
Su compañía se puso en marcha otra vez, esta vez para ocupar posiciones en Redan Ridge, Beaumont Hamel. Con las trincheras destrozadas y en una posición expuesta, Wilfred y sus hombres tuvieron que pasar dos días tirados sobre la nieve levantándose lo menos posible. Uno de sus hombres murió de frío y varios acabaron en el hospital con congelaciones. Y tras unos días de descanso en retaguardia, una sorpresa para Wilfred: le enviaban un mes para un adiestramiento especial en la Base de Transporte a Caballo de Abbeville.
Este mes en el curso le permitió recuperarse física y anímicamente. También aprovechó para volver a la poesía, aunque aún no sobre la guerra, sino como otras veces sobre temas pactados con sus primos Leslie y Olwen. Sobre el tema “felicidad”, Wilfred escribió estos versos:
…the old happiness is unreturning.
Boys have no grief so grievous as youth’s yearning;
Boys have no sadness sadder than our hope.
Como diría meses después, estos primeros versos de “Felicidad” habían sido su primera obra de adulto, y que la madurez había llegado en Beaumont Hamel.
En ausencia de Owen, los Manchesters fueron uno de los regimientos implicados en una dura lucha de dos semanas para tomar el Cuadrilátero y otras posiciones. Después fueron desplazados más al sur del frente en una reorganización de las líneas. De sus antiguas posiciones llegaron noticias sorprendentes: los alemanes se habían retirado y una patrulla británica había podido tomar sin un solo disparo Serre, después de que hubiera costado tantos miles de vidas.
A su vuelta al regimiento Wilfred fue asignado a la Compañía B con el Capitán Sorrell, en un sector antes en manos de los franceses y que no había sufrido la devastación de sus antiguas posiciones. Este entorno más agradable podía llevar a distracciones y un francotirador alemán habría matado a Owen de no ser porque uno de sus hombres le avisó a tiempo de que se agachara. Era un soldado del que Wilfred se acordaba perfectamente porque había sido uno de los que tenía menos puntería en los cursos de rifle en Fleetwood. Los siguientes días el regimiento se dedicó a mejorar las defensas, con descansos entre las ruinas de los pueblos del frente, que no eran un lugar seguro. Una noche en uno de estos pueblos y en total oscuridad Wilfred se cayó al sótano de una casa en ruinas, golpeándose la cabeza. Primero inconsciente y después mareado, acabó pasando un día entero en el sótano.
Wilfred tuvo que correr al día siguiente para incorporarse al batallón, que había ido a primera línea y se había encontrado una sorpresa: los alemanes también se estaban retirando de ese sector. Justo cuando iban a moverse, las consecuencias de la contusión de Wilfred se manifestaron: dolores musculares, mareo y fiebre. Mientras iba a retaguardia, los Manchesters avanzaron sin oposición hacia la tercera línea alemana de defensa.
Las tropas aliadas estaban exultantes y confusas a la vez. Los avances eran esperanzadores, pero estaba claro que tenía que haber un plan en las acciones alemanas. Pocos días después se descubriría la realidad: los alemanes se habían retirado a unas nuevas posiciones mucho más fuertes y defendibles y que habían estado construyendo desde el otoño: la Línea Hindenburg.
Mientras tanto, Wilfred estaba en camino para reincorporarse, con grandes dificultades al estar todos los transportes a la capacidad máxima por el avance. Esto le dio tiempo para pensar y ver que sus nervios empezaban a fallarle. Había esquivado la muerte ya varias veces y sentía que se le tendría que acabar la suerte. Además la retirada alemana había convertido en fútil sus esfuerzos y el sacrificio de sus hombres, aunque es verdad que la presión sobre Serre había acelerado la retirada alemana.
Llegando por fin al Cuartel General, le informaron de que por un día se había perdido una acción espectacular. Los Aliados habían hecho otro gran avance y en particular los Manchesters habían tomado varias posiciones alemanas, con numerosos prisioneros y captura de material. El precio por otro lado había sido alto, con numerosas bajas, entre ellos dos oficiales conocidos de Wilfred, Gaukroger y Heydon.
Tras varios días de alternar entre tomar posiciones en primera línea y descansar, el 14 de abril los Manchesters tuvieron que entrar en acción de emergencia para ayudar a otros regimientos que habían quedado expuestos. Esto incluyó avanzar en línea en Fayet, bajo el fuego de artillería alemana y tomar una trinchera que parecía que iba a ser una gran dificultad pero resultó estar poco defendida. Al no haber refuerzos, tuvieron que permanecer nueve días en esta posición, un periodo de tiempo inusualmente largo. Y en estos nueve días Wilfred sufrió lo que acabó de destrozar sus nervios. Una noche, junto a la línea de tren en el Bosque de Savy, un proyectil de artillería cayó a escasos metros de él, lanzándole por los aires. Físicamente no sufrió nada grave, pero podemos imaginar la experiencia estando ya tan al límite. Pero lo que convirtió la experiencia en un infierno espantoso fue que el cuerpo de su amigo Gaukroger, que había sido enterrado allí mismo cuando murió el 2 de abril, recibió el impacto del proyectil, quedando destrozado y esparcido por los alrededores.
El 22 por fin los Manchesters se retiraban para un merecido descanso en Quiviéres. Y en este descanso, Owen finalmente se vino abajo. El 1 de mayo el oficial al mando, el Mayor Dempster, observó que Owen “temblaba, su comportamiento era peculiar y su memoria confusa”. Al día siguiente lo enviaron al hospital de Gailly.
Gailly se había convertido en un hospital especializado en atender a víctimas de lo que entonces se llamaba “shell shock” y hoy se conoce como Desorden de Estrés Postraumático. Los médicos militares habían determinado que estos casos se tenían que empezar a tratar antes de 24 horas y por eso se había escogido Gailly, cerca del frente. Según el médico que dirigía Gailly, el doctor Brown, con descanso y tratamiento, la mayoría de hombres podían volver al frente en quince días. Otros casos podían requerir tres meses y traslado a Inglaterra, y unos pocos mucho más. Lo esencial en este primer momento era identificar el momento de crisis y por ello Brown instaba a los pacientes a revivir sus experiencias. Con Wilfred, acostumbrado a hacer introspección, fue fácil. Para él, el momento de crisis fue yacer junto al cadáver destrozado de Graukroger.
Durante este tiempo en Gailly Wilfred se ocupó en revisar sonetos y escribir largas cartas. Cuando se puso a reflexionar sobre la guerra, su primer pensamiento fue sobre la religión y cómo se predicaba la guerra justa y necesaria, cuando Cristo habló de poner la otra mejilla. La Iglesia mentía y había que despertar a los civiles en casa para que conocieran la situación real.
Pasado un mes los doctores vieron que el caso de Wilfred era de los complicados, así que ordenaron su traslado a Inglaterra por neurastenia, otro de los términos empleados entonces para hablar del estrés postraumático. Primero fue enviado al hospital de Netley y allí el comité médico decidió que debía ser trasladado a un lugar ya conocido por quienes leyeron los artículos sobre Siegfried Sassoon: Craiglockhart, cerca de Edimburgo.
CONTINUARÁ