Cuando en 1649 el Parlamento de Inglaterra condenó a muerte y ejecutó al rey Carlos I, las fuerzas realistas proclamaron de inmediato rey a su primogénito, Carlos II. Carlos II llamó a alzarse en armas a todas las fuerzas leales a la Corona y luchar contra el Parlamento.

Una de las familias que respondió a la llamada fueron los Derby. Ya desde que había comenzado la Guerra Civil en 1642 los Derby habían participado fervientemente en la causa realista y el cabeza de familia, James Stanley, 7º Conde de Derby, era uno de sus más destacados generales. Pero pocas otras familias siguieron el ejemplo de los Derby y las fuerzas realistas eran escasas e insuficientes. Tras diversas batallas, la derrota final tuvo lugar en 1651 en la batalla de Worcester y el rey huyó del campo de batalla con sus generales más leales, entre ellos Lord Derby.

Tras cambiarse de ropas para disimular su aspecto, el grupo decidió que era mejor dispersarse para huir. El rey y sus acompañantes lo lograron y Carlos II pasaría unos años de exilio en Europa. Pero Lord Derby no tuvo tanta suerte. Una fuerza del Parlamento se le echaba encima. En la huida se encontró de casualidad con un capitán de las fuerzas parlamentarias llamado Oliver Edge, que decidió aceptar su rendición y darle cuartel, lo cual en principio salvaba la vida de Lord Derby al no haber sido capturado “en armas”.

Derby fue encerrado en el castillo de Chester, a cargo del Coronel Duckenfield. Duckenfield esperaba poder otorgar a Derby un perdón como había hecho con otros realistas, pero para su sorpresa recibió instrucciones de Londres de juzgarlo en un tribunal militar, ya que se tenía que dar “un ejemplo de justicia para prevenir futuras rebeliones”. A Lord Derby le había tocado ser el cabeza de turco.

Aún quedaba una esperanza. Cuando el Capitán Oliver Edge, que había aceptado la rendición de Derby, se enteró del juicio, fue de inmediato a Londres y pidió audiencia con el Consejo de Estado. Allí Edge expuso las circunstancias de la rendición de Derby y que el perdón estaba plenamente justificado. Para quitárselo de encima los miembros del Consejo pidieron a Edge que pusiera por escrito su testimonio. Y cuando Edge marchó de la sala, un hombre se acercó a él y le ofreció un pago de 100 libras por su silencio. Nunca más se supo de Oliver Edge y tras un breve juicio Lord Derby fue ejecutado el 15 de octubre de 1651.

No sabemos si hay alguna enseñanza en estos hechos. El honor y la lealtad y cumplir con el deber puede acabar llevándonos al peor de los finales. Y nunca se puede esperar que la otra parte respete los principios de honor, lealtad y deber que hemos seguido. Pero hemos de seguir nuestros principios, incluso si somos minoría y hay una multitud rugiendo en contra nuestra, algunos por sus prejuicios inconfesos, otros por poner su ideología por delante de la verdad y los principios, y algunos otros sometidos a la propaganda y mentiras del resto. Y en todo caso, estar preparados para saber a quienes nos enfrentamos y si es necesario, golpear duro para evitar sus traiciones y métodos taimados.

Mucha suerte para todos y esperemos que podáis disfrutar del verano a pesar de estos tiempos oscuros.