El  primer registro de un Humiston en América se remonta a un tal Henry Humiston, que emigró desde Inglaterra en 1644 y se estableció en New Haven. El registro de la familia quedó algo difuso en las siguientes generaciones y no se encuentra un dato fiable hasta James Humiston, que en 1800 vivía con su mujer e hijos en Hillsdale, Estado de Nueva York. Uno de los hijos, Ambrose, se estableció con su mujer e hijos en 1830 en Owego, Nueva York. El 26 de abril de ese año nacía su cuarto y último hijo, Amos.

Owego era como tantas otras poblaciones de la zona una ciudad con un crecimiento frenético a medida que el crecimiento de la población en la costa llevaba a más y más gente a probar suerte en el interior. El ferrocarril a Ithaca llegó en 1833, acelerando este proceso. Durante estos primeros años Amos fue alumno de la escuela de su vecindario, donde recibió la rudimentaria formación de la época que podía permitirse la clase trabajadora. Pasados estos pocos años de escuela Amos y su hermano mayor Morris pasaron a ser aprendices de un fabricante de arneses, al parecer hacia 1845.

Conseguir aprender el oficio de fabricante de arneses eran años de trabajo y esfuerzo para poder dominar el arte de fabricar desde las riendas más sencillas hasta los arneses de tiro de grandes carruajes. Tras completar el aprendizaje en 1848, Morris Humiston decidió abrir su propio negocio en Candor. Sin embargo, Amos no estaba tan convencido de dedicar su vida a este oficio. Dejó atrás el taller y Owego y se dirigió a la costa en busca de una nueva carrera.

El 28 de noviembre de 1850 Amos Humiston firmaba un contrato como marinero del ballenero Harrison, de New Bedford, Massachussetts. La industria ballenera americana se encontraba en su era dorada y casi la mitad de la flota tenía su puerto en New Bedford y era la tercera industria del Estado de Massachussetts. ¿Cómo había llegado Amos hasta aquí? La mayoría de las tripulaciones de los balleneros eran de Nueva Inglaterra, pero la demanda de personal llevaba a “corredores” de las navieras a buscar tripulaciones tierra adentro. Seguramente un corredor que pasó por Owego contando las maravillas de ver mundo y vivir una vida emocionante convenció al joven Amos a abandonar la aburrida perspectiva de fabricar arneses toda la vida.

Muelles de New Bedford hacia 1850

Una vez firmado el contrato, Humiston siguió el camino de todas las nuevas tripulaciones. Se le buscó un alojamiento y se le proporcionó un baúl con la ropa y utensilios que necesitaría durante el viaje, todo a cuenta de sus futuras ganancias.

El propietario del Harrison era Gilbert Hatheway, un comerciante de New Bedford que había adquirido la mayoría de las participaciones del barco tan solo unas semanas antes de que Humiston firmara el contrato, así que la llegada de Amos coincidió con los preparativos generales del barco, entre ellos contratar a los oficiales y el capitán. El capitán sería John Keen Hatheway, el hermano de Gilbert, un experimentado marinero que había comenzado su carrera en 1828.

El 10 de diciembre los hermanos Hatheway firmaban los manifiestos registrando la carga de material y provisiones en el Harrison por valor de 20 mil dólares, entre ellos los numerosos barriles que esperaban llenar de aceite de ballena. El 12 de diciembre de 1850 la tripulación del Harrison subió al barco y a las 8 de la mañana levaron anclas mientras un remolcador los llevaba río Acushnet abajo. A las 10 de la mañana el Harrison por fin estaba en el mar e izaba velas, y Amos y el resto de sus compañeros novatos experimentaban por primera vez estar en alta mar, muchos empezando a vomitar al poco tiempo. Durante el primer o segundo día el Capitán Hatheway organizó la tripulación y repartió tareas. Durante las siguientes semanas los novatos recibieron una intensa formación en términos náuticos y en cómo trabajar en el barco, además de hacer prácticas de caza con los botes. También por desgracia tan solo dos semanas después de zarpar aprendían duramente la lección de vigilar constantemente en un barco. el 23 de diciembre uno de los marineros,  David Hussey, cayó por la borda sin que diera tiempo a bajar un bote para rescatarlo. Esa noche se hizo la tradicional subasta de los bienes de Hussey, en la que intencionadamente se pagaban precios altos porque lo recaudado iba a parar a la familia del difunto.

Tras cruzar el Ecuador el 19 de enero de 1851, el 8 de febrero el Harrison avistaba sus primeras ballenas. Tras aproximarse todo lo posible, se bajaron los botes y comenzó la persecución. Por desgracia las ballenas consiguieron huir y los hombres del Harrison volvieron con las manos vacías. El barco siguió su curso y el 23 de febrero comenzaba la dura travesía del Estrecho de Magallanes, que no se completó hasta el 20 de marzo. El 8 de abril el Harrison hacía su primera escala desde que zarpó en Valparaíso, Chile, para reabastecerse. El 10 de abril levaban anclas y las siguientes semanas transcurrieron con calma. El 7 de mayo avistaban un banco de ballenas piloto, pero la persecución fracasó.

Valparaíso, Chile, hacia 1850. Atribuido a Carleton E. Watkins – The Paul J. Getty Museum, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=29665836

El 9 de mayo el Harrison se encontró con otro ballenero de New Bedford, el Superior, y siguiendo la costumbre ambos barcos se detuvieron para “hablar”. En estos encuentros los barcos que iban y venían de New Bedford intercambiaban noticias y correo, y así meses después podían llegar novedades de los barcos que aún estaban en alta mar. El 22 de mayo el Harrison pasaba cerca de Hawaii y el 2 de junio hacían por primera vez una captura, dos ballenas piloto. El 12 de junio, ya en las costas de Kamchatka, se avistaron ballenas francas, pero no hubo suerte.

Siguiendo rumbo norte y ya en el mar de Anadyr, el 28 de junio se avistaba una ballena franca. Esta vez la persecución tuvo éxito. Tras dos horas tras la ballena y cuando empezó a agotarse, se bajaron los botes y se consiguió arponear al animal. Tras remolcar la ballena, se ató el cuerpo a estribor y comenzó el procesado para extraer la grasa y cortar e izar la cabeza de la que se sacarían las barbas. Terminada esta parte y soltados los restos, se continuó con la siguiente fase del trabajo, procesar la grasa para extraer el aceite y cortar, limpiar y secar las barbas.

El Harrison pasó todo julio y los primeros días de agosto en el mar de Anadyr, pero los botes solo bajaron al agua siete veces. No fue mala suerte solo de este barco. Todo el resto de la flota americana presente reportó una temporada desastrosa, con menos de una ballena de media entre todos los barcos. Hatheway decidió dar por acabada la temporada y el 4 de agosto ordenó rumbo sur y probar suerte en las Aleutianas. Fracasando aquí también, a mediados de septiembre continuaron rumbo sur.

El 14 de octubre de 1851 el Harrison echaba el ancla en Lahaina, Hawaii, seis meses después de la parada en Valparaíso. Hawaii se había convertido en una base importante para la flota ballenera, tanto para reabastecerse como para descansar en su clima agradable. El 25 se ponía en marcha de nuevo para la campaña de invierno. Durante el mes siguiente solo hubo una captura, pero importante, la del primer cachalote, que podía proporcionar más productos como el spermaceti. El 25 de noviembre hacían una parada en Rarotonga para abastecerse y marchaban el 27 tras un retraso para recuperar a dos desertores. Diciembre de 1851 y enero de 1852 vieron varios intentos frustrados de caza y pasados dos meses solo se había conseguido una ballena.

Lahaina, Hawaii, 1854

En Juan Fernández hubo más suerte y el 2 de febrero conseguían un cachalote. El 2 de abril volvían a Hawaii, esta vez a Hilo, y la tripulación pudo disfrutar de un descanso de doce días en un entorno paradisíaco. El 15 de abril levaban anclas pero con cuatro deserciones, así que Hatheway decidió parar a pocas millas de la costa para esperar su vuelta. Tras perder la paciencia, el 20 de abril envió una expedición en un bote y consiguieron volver con tres de los cuatro marineros. Ahora sí por fin pusieron rumbo a Kodiak bajo duras condiciones en el mar. Hubo bastantes avistamientos pero fueron un fracaso tras otro. Finalmente volvían en septiembre a Lahaina con una sola captura. El 7 de octubre volvían al mar, dejando en la isla a un oficial enfermo, Joseph Slocum, y pasaron la campaña del invierno 1852-1853 en las islas del Ecuador, consiguiendo tres ballenas piloto y tres cachalotes. Uno de los oficiales, William Duffey, enfermó durante esta campaña sin que se pudiera hacer nada para curarle y el 22 de noviembre de 1852 fue enterrado en el mar.

El 7 de marzo de 1853 el Harrison estaba de nuevo en Hilo. Slocum volvió recuperado y ademas Hatheway reclutó a un tal Sr. Comstock para reemplazar a Duffee. El 9 de abril partían y el 17 se anotaban en el registro del barco malas noticias: Slocum había vuelto a enfermar y en pocas horas su estado se deterioró gravemente. El 18 de abril fallecía. Un mes después iniciaban la campaña esta vez en el Mar de Okhotsk, uno de los lugares más inhóspitos que habían visitado, pero repleto de lo que buscaban. El 25 de mayo capturaban una ballena de Groenlandia. El mes siguiente fue un fracaso pero después la actividad fue frenética. En total, de mayo a septiembre capturaron dieciocho ballenas. Los primeros días de septiembre los pasaron anclados frente a la isla Flekistova extrayendo el aceite de todas las capturas. El 11 de septiembre ponían rumbo a Hawaii y anclaban en Lahaina el 27 de octubre. Era el final de la campaña y ya solo tocaba hacer los preparativos para volver a casa.

El 13 de noviembre el Harrison se preparó para partir, pero había habido dos deserciones. Hatheway no quería perder tiempo y realmente acabada la campaña, le era igual perder dos hombres que perderían su parte de los beneficios, así que partieron sin esperarlos. Amos decía adiós por última vez a Hawaii, un lugar que le había causado una gran impresión y que recordaría toda su vida.

El 3 de diciembre todavía hubo una última captura, un cachalote, y del 19 al 21 el Harrison paró en Rarotonga. Hubo otras dos deserciones pero nuevamente a Hatheway le importaron poco. Tras un viaje de rutina cruzaron el Paso de Drake del 25 al 28 de enero de 1854 y finalmente el 20 de abril volvían a New Bedford. Ahora tocaba el cálculo de los beneficios y salarios. Gilbert Hatheway llegó a un cálculo final de 64.300 dólares de beneficio neto. De todo este dinero a Amos Humiston le correspondían 350 dólares, pero de los que hubo que descontar lo gastado en equipo, alojamiento y otros gastos. Amos acabó así recibiendo un total de 200 dólares, es decir, menos de 5 dólares al mes. Era la paga típica de la tripulación de los balleneros, así que en ese sentido el viaje del Harrison había sido un éxito. Pero era cinco o seis veces menos de lo que habría ganado Amos en ese tiempo fabricando arneses y haciendo un trabajo mucho menos duro y peligroso. Y así, como tantos otros novatos, el primer viaje de Amos en un ballenero fue también el último. Pocos días después de cobrar ponía rumbo a casa.

Philinda Betsy Ensworth Smith nació el 1 de febrero de 1831 en Norwich, Nueva York, la cuarta de once hijos. A los 19 se casó con Justin H. Smith, de 18 años, el 15 de abril de 1850. Poco se sabe de él porque el 10 de enero de 1851 fallecía por causas desconocidas. Philinda era así ahora una joven viuda y decidió ir a vivir a Candor, el pueblo donde nació su madre y donde aún tenía familiares. Entre estos familiares se encontraba su prima Sarah Cowles, casada con Morris Humiston, el hermano de Amos. Seguramente a través de este vínculo conoció en 1854 al recién retornado Amos, que se había puesto a trabajar en el taller de su hermano. Apenas 11 semanas después de conocerse Philinda y Amos contraían matrimonio el 4 de julio de 1854.

Philinda Humiston, fecha desconocida

Su primer hijo, Franklin, nació en Candor el 10 de abril de 1855. Alice Eliza nació el 30 de marzo de 1857 en Adrian, Nueva York, aunque no está registrado en ninguna parte si fue casual o si los Humiston vivían entonces allí. El siguiente registro fiable no aparece hasta 1859, cuando nace su tercer hijo, Frederick, en su hogar definitivo, Portville, Nueva York. Era un pueblo pequeño en un condado maderero, lo que aseguraba la necesidad de numerosos caballos y carros para el trabajo y por tanto buenas perspectivas de negocio para Amos.

Amos parece que pronto se hizo un lugar en el pueblo y era conocido por su “generosidad de marinero”. No dudaba en prestar dinero a quien se lo pidiera, en detrimento incluso del bienestar familiar. Según parece nunca hubo dinero para las reparaciones que necesitaba su casa a causa de esto.

A pesar del espíritu de frontera que el pueblo tenía también llegaban los avances tecnológicos de la época, entre ellos los ambrotipos, un tipo primitivo de fotografía. Animado por la novedad, Amos decidió hacerse un ambrotipo que se convirtió en un tesoro familiar.

Amos y Philinda podrían haber así comenzado la década de 1860 viviendo felices en su perdido pueblo a pesar de las dificultades económicas, pero la tormenta que se preparaba a muchas millas de allí les acabaría arrastrando. Tras años de conflictos políticos a causa de la esclavitud, la elección de Abraham Lincoln en noviembre de 1860 desencadenó la secesión de los Estados del Sur y pocos meses después la Guerra Civil.

CONTINUARÁ