1922 comenzó bien para Ivor. El 30 de enero Marion Scott organizó otro concierto en su casa, con canciones de Gurney y poemas de Harvey. Por desgracia este buen comienzo no ayudó a la estabilidad mental de Ivor, y la combinación de problemas económicos y cambios continuos de trabajo no ayudaban. El aspecto con el que iba tampoco ayudaba a confiar en su buen estado. La tía Marie tuvo que soportar comentarios de los vecinos y podemos imaginar a la madre de Ivor, con su rigidez y orgullo, viendo a su hijo vestido como un pordiosero.
La ayuda vendría de un lugar inesperado. Sir Alexander Kaye Butterworth, padre de George Butterworth, compañero de clase de Ivor en el Royal College, ofreció a Marion Scott 25 libras para ayudar a Gurney. George había muerto en el Somme en 1916 y Sir Alexander, sabiendo de los problemas de Ivor, había decidido ayudar a un antiguo compañero de su hijo. Ivor estuvo por supuesto muy agradecido, pero verse incapaz de mantenerse agravó su estado mental. Además vio que se estaba quedando fuera del renacimiento literario de la posguerra. En mayo de 1922 había enviado una nueva colección de poemas a Sidgwick and Jackson, que con toda la amabilidad posible rechazaron porque había un total de ochenta poemas y con textos que en su mayoría parecían inacabados. En junio envió de nuevo la recopilación reducida a cuarenta poemas pero igualmente los editores encontraron los poemas insatisfactorios. En busca de otros apoyos decidió enviar el poema Tewkesbury a Eddie Marsh. No fue una buena idea dados los gustos conservadores de Marsh. Con Masefield tuvo más suerte, pero las alabanzas de Masefield poco resultado práctico podían tener.
Marsh de todas maneras seguía dispuesto a ayudar. Tras meses de negociar consiguió para Ivor un puesto en la oficina de impuestos de Gloucester. En julio comenzó a trabajar ilusionado y aceptando que podía ser una buena solución que ya habían seguido otros artistas: un trabajo convencional de día y trabajar en su arte por las noches. Pero como era de temer, esta solución no funcionó. Nunca en su vida había trabajado en impuestos y menos aún en una oficina. Y a pocos metros de la oficina se preparaba otro golpe para su autoestima. Ese septiembre por fin volvía a la catedral de Gloucester el Three Choirs Festival. No se escogió ninguna pieza musical suya para el festival.
Todo esto tuvo que acabar en una crisis. Winifred, la hermana de Ivor, recibió una llamada de la comisaría pidiendo que fuera a buscar a su hermano. Había ido allí y había pedido una pistola a los policías. No solo estaba desequilibrado mentalmente, sino que además tenía un terrible aspecto tras pasarse semanas sin comer. Finalmente fue Ronald a recogerle, con la vergüenza e ira que podemos imaginar dada la nula empatía que tenía hacia la situación de su hermano.
Ronald decidió tomar las riendas. Decidió que se acabaría la “permisividad” con Ivor y que siempre “se saliera con la suya”. Ronald escribió una dura carta a Marion Scott explicando este punto de vista. Quizás Ronald tenía buenas intenciones, pero con estas formas agresivas e hirientes quedaban perdidas. Por ahora Ivor se quedó en casa de Ronald y comenzó a ser examinado. Ronald instituyó un estricto sistema de horarios de dormir y comidas. En un estado tan debilitado tras seis semanas sin casi comer, más los sedantes que Ronald le administraba, Ivor poco pudo oponerse. Y cuando pudo, sus acciones no ayudaron a cambiar la actitud de Ronald. Un día abrió el gas de la cocina para volar la casa. Otro se tomó una sobredosis de los sedantes.
La situación así no podía sostenerse, así que Ronald maniobró para conseguir su objetivo. Invitó a casa a dos doctores y a un magistrado. El magistrado se sentó en una esquina sin decir nada, leyendo un periódico como si la cosa no fuera con él. Mientras tanto los doctores fueron examinando a Ivor. Gurney no dio señales de tener ningún tipo de problema mental, pero pasado un rato, se giró hacia el magistrado y le preguntó si le podía prestar un revólver. Esto selló su destino. Los tres hombres certificaron como “demente” a Ivor y fue ingresado el 28 de septiembre de 1922 en Barnwood House.
Barnwood House era dentro de lo que cabe un sanatorio relativamente agradable. Solo alojaba 160 pacientes y los doctores tenían tiempo para dedicarse a ellos. La casa estaba debidamente decorada y amueblada. Por otro lado tenía fama de ser muy restrictiva al dar altas, bajo la sospecha de que se querían retener pacientes para seguir cobrando.
Los doctores vieron que físicamente Gurney estaba agotado y en malas condiciones por no comer. Mentalmente, Ivor decía que estaban interfiriendo en su mente con ondas de radio y dándole “comidas eléctricas”. Había voces atormentándole continuamente y le empujaban a acabar con su miseria. Gurney dijo a los doctores que sus problemas habían comenzado veinte años atrás, pero podría ser un recuerdo falso.
Gurney estaba satisfecho con el personal de Barnwood y ellos a su vez con Gurney. Pero por bien cuidado que estuviera, decir que Gurney era infeliz en Barnwood es decir poco. Estar encerrado y sin intimidad le suponía un dolor insoportable. Pero precisamente por sus tendencias suicidas, estaba continuamente vigilado. Quizás la mejor manera de ver su sufrimiento sea lo que expresó en el poema My Life:
I get up at eight o’clock every morning, and smoke
Under or not under electrical influence
And great pain comes on me, and with horror, violence
Of worse things than before was guessed. The dreadfullest yoke
Of terror and pain, and pain suffered to extremes
And an after follow of afternoon fatigue and desire
To be out awhile free in the freer air
Of fields and roads, as once was desire of dreams
Past desire of death many times gone and there seems
Absence absolute of God; absolute absence
While pain and terror of different kinds in violence
Or wearingness come on me and I am gone
Out of myself into pain, into delirium alone.
And my mind is tortured and my tale changed,
Truth itself turned against truth and ranged
Against itself, everything worthy gone
To a past that’s pain, and now all’s clear alone.
El 14 de octubre Ivor tuvo una oportunidad de escapar y no la desperdició. Saltó la valla en un momento a mediodía en que se quedó sin vigilancia. A las 14:30 el personal lo encontró en Sandhurst, a unos seis kilómetros. El 8 de noviembre volvió a intentarlo, rompiendo una ventana y lanzándose por ella, lo que le causó varias heridas por los cristales. No le importaba, ya que lo hizo con intención de suicidarse. Fue a las vías pero no circulaban trenes. Después al río, pero nuevamente no fue capaz. Finalmente se entregó en la comisaría de policía. Estaba claro que Barnwood no tenía los medios para controlar a un paciente como Gurney así que se volvió a debatir su futuro. Finalmente se decidió su traslado al Hospital Mental de la Ciudad de Londres, en Dartford, a donde fue trasladado el 21 de diciembre de 1922.
Dartford era un sanatorio más al uso, sin las decoraciones ni lujos de Barnwood. Al menos Ivor tuvo esperanzas al ver el gran terreno y que había una granja, pero por lo pronto tendría que estar confinado en el interior. El superintendente del hospital, el Dr. Steen, examinó de inmediato a Ivor, que dijo que los ataques eléctricos habían empeorado. No se profundizaría mucho más en su caso ni los síntomas.
El centro al menos estaba lleno de pianos y Gurney tuvo el consuelo esa Navidad de tocar algunos villancicos para el resto de pacientes. Una nueva evaluación en Navidades volvía a hablar de las voces y la electricidad y además se anotó “dice que fue organista en la Catedral de Gloucester”. Esa frase refleja la triste realidad de que la palabra de un paciente siempre era puesta en duda. Ahora solo era el paciente 6420, no un genio musical que necesitaba atención y estímulo intelectual.
Tras muchos días confinado en la cama por su delicado estado de salud, el 6 de enero de 1923 se le permitió dar un paseo acompañado de otro paciente, en condiciones suficientes como para vigilarlo. Ivor de todas maneras no desperdició la ocasión y se fugó sin que el otro paciente pudiera hacer nada. Viendo la anterior experiencia, Ivor esta vez evitó acudir a la policía. Caminó 50 kilómetros hasta casa de J.C. Squire, el editor del London Mercury. Squire no le entregó a las autoridades, pero por el motivo que fuera Gurney se marchó y pasó la noche en la Estación de Paddington. A la mañana siguiente fue andando a Chelsea a la casa de Vaughan Williams. Tras muchas dudas y lleno de remordimientos sintiendo que lo traicionaba, Vaughan Williams acabó llamando a la policía. Esa misma tarde lo devolvían a Dartford y el incidente se tapó lo más posible. Quienes no lo olvidarían nunca fueron Ivor ni sobre todo Vaughan Williams, que durante el resto de la vida de Ivor siguió ayudándole económicamente y visitándole con frecuencia.
Ivor quedó de nuevo semanas confinado en la cama y sin nada más que poder hacer se puso a escribir. Comenzaría aquí lo que acabarían siendo cientos de poemas y de peticiones para su alta escritos hasta casi el fin de su vida. Día tras día Ivor escribía poemas que en mitad del texto se convertían en peticiones y después en cartas, autobiografías o ensayos. Iban primero dirigidas a sus amigos y contactos, pero después amplió el radio a autoridades. Los textos suelen así divagar y tener poca estructura, pero aun así son algunos de sus textos más hermosos. Por ejemplo en una escribía:
Quizás haya llegado el otoño, pero puede necesitar los poemas de Edward Thomas para seguir adelante
Sin embargo cállate, es difícil conocer las noticias de tierra
A través de condensar pensamiento e imagen Gurney acabó escribiendo una poesía modernista totalmente digna de Pound sin haber podido tener contacto con los modernistas. Así en otro de los poemas de esta época, Iliad and Badminton, une figuras históricas, épocas y lugares para exponer su visión de la gloria y el heroísmo.
Men hurl no more the quoits, or bend bow in Tothill
Fields, but a sight of Jessop at his crouch and act –
Stays with me still, though my arm with the rudder have racked.
Shot a hole through a German maybe, Vermands hill.
Hobbs and Strudwick – they keep the long thoughts like Shirley
Of so clear line – and of Boswell, I saw the burly
Past Cricket figure of him, W.G. of Graces.
Out soon – a venerable figure – as from Froissart merely;
Hector was valiant all, but Townsend defied courage,
Would glide where Hector smote, not noted ever on page.
They talk of Kreisler and Ranjitshinjhi, both princes.
Delicatest McNeill Whistler; etching like Paliaret surely –
Glory enough for one – neither glory for others nor wage (…)
La ruptura de la mente de Gurney le permitió en esta época abandonar los convencionalismos, experimentar y hacer conexiones que el mundo “cuerdo” no podía hacer. Calificar sus obras de esta época como trabajo simplemente de la locura es despreciar una gran obra.
Con la mejora de su estado de salud Ivor pudo empezar a participar en las numerosas actividades del centro. El 17 de febrero de 1923 pudo ir a la proyección de una película y encargarse de tocar la música, pero con muchas dificultades y continua vigilancia. Sus recitales de piano acabaron siendo algo habitual en los pabellones del asilo. Uno de los trabajadores del centro dejó testimonio en sus memorias de las numerosas visitas de Vaughan Williams y cómo trabajaba con Ivor para ayudarle a componer. A pesar de todo esto, había algo que le causaba un gran dolor a Ivor. Ya nunca más podría ver una interpretación en vivo de calidad. Las notas musicales en el papel dan todas las instrucciones, pero no pueden capturar el sonido. Y expresaría esta frustración en Watching Music:
Watching music – guessing the sounds set down.
How on the real instruments they would sound, when
Gathered in a small room, lit with gold firelight thrown
Lovely about the room, the gloom riching again.
Strings should sound all man’s heart ever found,
Or piano dearly touched tell truth’s tale of pain
Or beauty…
Seeing the black
Notes on the page, cursing the sounds’ lack
To tell such imagination its true creation
To realise sound’s beauty under the look
Of crotchet, minim, quaver on the page
A medida que los días iban pasando Ivor fue siendo consciente de que esto no sería una estancia temporal. Sintió un aumento de las interferencias que decía que le torturaban. Cuanto peor se encontraba, más aumentaban sus alucinaciones y más se desesperaba. Sus peticiones casi diarias solicitaban poder liberarse por medio de la muerte.
A principios del verano de 1923, algo mejorado, Gurney se entretenía leyendo poesía francesa y traduciendo algunos de los poemas. Esta relativa calma y productividad se vieron interrumpidos violentamente el 18 de agosto. Un tal Dr. Templeton llegó a Dartford para hacer un experimento médico. Según algunos estudios, inducir la malaria a un paciente mental podía ayudarle, siguiendo la teoría de que las fuertes fiebres “purgarían” la enfermedad mental. Ronald no dudó ni un instante en permitir que Ivor fuera parte del experimento. Las notas del estudio dejan claro el “excelente resultado” que la prueba tuvo en Ivor. El 29 de agosto registraban que el paciente estaba muy débil y rezaba para morir. El 6 de septiembre que la fiebre ya había remitido pero las alucinaciones continuaban y que el paciente prometía no escaparse. Leyendo la nota, parece una promesa hecha bajo tortura. Durante el tratamiento además Gurney volvió a tener una brutal pérdida de peso. Veinte días después el Dr. Templeton dejaba Dartford y la psiquiatría para siempre. Los experimentos nunca más se volvieron a repetir. Y si algo hicieron fue hacer que Gurney adoptara un nuevo comportamiento. El 5 de noviembre anotaban que ahora de vez en cuando se postraba para rezar por su muerte.
En medio de tanta miseria Ivor dedicó pensamientos a la nueva conmemoración del armisticio que tendría lugar el 11 de noviembre. Lleno de ira y frustración sintiendo cómo Inglaterra había abandonado a quienes como él habían dado todo escribió Armistice Day:
The dead, that died for England’s honour only
Had not been pleased on this grave day to know
(Lying in mingled graves, or in sombre lonely)
That crowds would dare stand for honour, to give
Homage, while twenty miles off one of Five
War Poets, called in torment to honour of England
And prayed a doctor not to remain alive.
England. One of Five…
Their blood, their wish, their spokesman England, remember.
(Believe in God) One of Five.
I.B. Gurney
D. Steens.
Demanding Free Life
Or Free Leave
Of death by
River
At once
Con los años pasados Gurney ahora podía escribir de la guerra con una honestidad e inmediatez mayores. Y además gozaba de la total libertad de no tener que satisfacer a audiencias, lo que le permitía, a diferencia de otros poetas, describir en toda su crudeza las experiencias vividas, como el enterrar los restos putrefactos de un compañero muerto semanas antes en tierra de nadie.
North French air may make any flat land dear and beautiful
But east of Ypres scarred was most foul and dreadful
With stuck tanks, ruined bodies needing quick honour’s burial,
But yet sunset, first morning, hallowed all, awed, made mysterious
The ugly curves of land running to eastward; the Front of us,
Worse things of conflict not yet hidden unseen underground.
Shall we also fall stricken by one steel shard, sicken
The air with stenches, that were of the Gloucestershire villages,
Be buried with haste, horror; by those were comrades before,
Lie, covered, rot, with no hope but to make meadows quicken
When Time has cleaned this dreadful earth of infinite brute carnages;
And left some clean stuff; earth, beautiful – as once bodies were?
No todos sus recuerdos de la guerra de esta época tenían que ser recuerdos del horror y el sufrimiento. Así por ejemplo en The Curses se retrata a sí mismo como poeta-soldado, cargado tanto física como metafóricamente, con literatura.
Curses of packs that weigh a ton too heavy!
(Comrade you carry books; one sticks out, believe me!)
Cursing on marching cobbles the left hand man.
(True, one needs his legs unequal, a difficult plan).
Curses on halts that disappear like mere seconds.
(You should take your watch out, measure it all – each tick, reckoned).
Curses on shoulders that will not settle to steady
To bear the weight of equipment, the spirit ready.
(Yes, but when you have parcels, and there’s half of a cake
In your haversack, and Cobbett, Borrow and William Shake-
Speare in your left pack, in your right Walt Whitman;
Spirit of Man – an anthology, and a bit, man,
Of that remarkable author William Wordsworth.
In your trenching tool cover, Keats, yet the child of earth.
A chess set hidden somewhere, and the Everyman Century
Of Essays stuffed in your tunic out of harm’s way.
Really, really, you must fill your head with your learning,
Until no more the blisters on your feet are burning).
Terminaba así 1923 sin unas perspectivas muy positivas para el futuro de Ivor y muy probablemente condenado ya de por vida a un encierro que era peor que la muerte para él.
CONTINUARÁ