Todo comenzó con un genocidio.
En 1864 Rusia puso en marcha un plan que llevaba varios años preparando: la limpieza étnica de Circasia, la región formada por la costa y las montañas del Cáucaso que se encuentra entre Krasnodar y Georgia. A pesar de que la mayor parte de las tribus circasianas se habían sometido, Rusia “no tenía tiempo para civilizar a estos pueblos”. Tras negociaciones con el Imperio Otomano, se procedió a expulsar de sus tierras a los circasianos para embarcarlos y que se asentaran en territorio otomano.
Centenares de miles de circasianos murieron en el proceso. Algunos combatiendo contra el ejército ruso, pero la gran mayoría o bien de enfermedades en los campos de concentración en los que esperaron embarque, en naufragios, y en los campos en los que fueron instalados al llegar a territorio otomano. Algunas etnias, como los shapsugs, perdieron el 99% de su población. De 300 mil que eran antes de la expulsión a 1983 cuando acabó. Otros como los bzhedugs tuvieron más suerte y soloperdieron al 74% de la población, de 60 mil a 15 mil. Los ubykhs, los zhaneys y los hatuqwais fueron borrados de la Historia.
Al sur de Circasia se encuentra Abjazia. Los abjazos son un pueblo muy emparentado con los circasianos, pero las décadas de sometimiento pacífico a Rusia antes de 1864 les permitieron librarse del genocidio practicado al norte de su tierra. Pero la solución de problemas a base de expulsiones ya se había instalado en la región, así que cuando los abjazos acabaron rebelándose en 1866 y 1877, Rusia aplicó el mismo tratamiento. De 78 mil abjazos que había en 1877, se pasó a 20 mil en 1881.
Esto creó un vacío de población que atrajo a georgianos, armenios y rusos. La población abjaza se fue recuperando de manera natural, pero difícilmente se podía competir con la llegada de colonos. Poco a poco la demografía se fue alterando y se fue creando el caldo de cultivo de una enorme tragedia.
Al igual que el resto del Imperio Ruso Abjazia sufrió los continuos vaivenes de los años de la revolución. De Distrito Militar del Imperio pasó a ser una región autónoma de la brevemente independiente Georgia, para después ser tras la invasión del Ejército Rojo una República Socialista Soviética y finalmente convertirse en República Socialista Soviética Autónoma dentro de la República Socialista Soviética de Georgia.
A pesar del dominio georgiano del territorio, a partir de los años 50 las autoridades soviéticas fomentaron la protección de la cultura abjaza, convertida en minoría en su propia tierra como hemos visto. Los desequilibrios en las cuotas o en el reparto de escaños del parlamento autónomo, pensados para compensar la injusticia cometida contra los abjazos, fueron creando resentimiento entre la mayoría georgiana.
Las tensiones llegaron al punto de ruptura con la caída de la URSS. Al proclamarse Georgia independiente y ante el creciente conflicto entre la comunidad abjaza y georgiana, el gobierno de Abjazia proclamó su independencia el 23 de julio de 1992, aunque no hubo reconocimiento internacional. La guerra estaba servida.
El 14 de agosto de 1992 tropas georgianas entraban en territorio abjazo, supuestamente solo con el fin de liberar rehenes georgianos en manos abjazas. El número de tropas y el volumen de armamento dejan claro que el objetivo era otro. A pesar de la dura resistencia abjaza, el escaso armamento y efectivos provocaron que las tropas georgianas tomaran en pocos días buena parte del territorio abjazo, incluida la capital, Sukhumi. El gobierno separatista abjazo y sus tropas se retiraron a Gudauta, atrapados entre el área de Sukhumi y el distrito de Gagra, bajo control georgiano.
Con la llegada de las tropas georgianas comenzó un reinado de terror. Uno de los pasatiemposde los soldados georgianos consistía en escoger al azar algún hombre por la calle, hacer que les llevara a su casa y darle una paliza y humillarlo delante de su familia. De paso, saqueaban el piso y repetían una y mil veces que Abjazia era Georgia y que se marcharan de allí. Asimismo, los Archivos Nacionales de Abjazia, la Biblioteca Nacional y varios museos de Sukhumi fueron incendiados o saqueados.
La situación para Abjazia parecía desesperada. Pero un factor iba a inclinar la balanza. Georgia anunció su intención de no incorporarse a la Comunidad de Estados Independientes, la entidad federativa que había reemplazado a la URSS y a través de la cual Rusia pretendía mantener cierto control de las antiguas repúblicas soviéticas. A ojos rusos, era una traición imperdonable.
De la noche a la mañana, las tropas abjazas empezaron a disponer de tanques, artillería y helicópteros, surgidos de la nada. Asimismo, los guardafronteras rusos mágicamente desaparecieron de sus puestos y empezaron a llegar a territorio abjazo centenares de voluntarios musulmanes del Cáucaso, sobre todo chechenos al mando de un entonces desconocido Shamil Basayev que tan solo dos años después irónicamente sería la pesadilla de los rusos en Chechenia. A las tropas abjazas se unieron también destacamentos de cosacos y un batallón formado por armenios residentes en Abjazia.
El gobierno ruso puso en marcha también la vía diplomática. El 2 de septiembre de 1992 en una cumbre a la que asistieron Georgia, Abjazia, Rusia y las repúblicas rusas del Cáucaso, se anunciaba un alto el fuego y la retirada de las tropas georgianas del distrito de Gagra. La foto de Yeltsin entre el presidente abjazo, Vladislav Ardzinba y el presidente georgiano, Eduard Shevarnadze, expone sin palabras el clima reinante en la cumbre.
Georgia cumplió su parte del acuerdo y retiró sus tropas de Gagra, salvo una fuerza testimonial como fuerzas de orden. Una vez completada la retirada Abjazia anunció que no se estaba respetando el alto el fuego y el 1 de octubre lanzó una ofensiva contra Gagra. En pocos días todo el distrito cayó y comenzaron las represalias abjazas. Un centenar de georgianos fueron reunidos en un campo de fútbol y ametrallados desde las gradas. Los abjazos tardaron dos horas en matar a todos. Hubo saqueos, mutilaciones y violaciones.
Tras esta ofensiva se pasó a una guerra de trincheras a lo largo del río Gumista sin avances significativos. Los abjazos lanzaron algunas ofensivas que fracasaron totalmente.
Para poder romper esta situación de bloqueo Abjazia planeó una ofensiva (aunque algunas fuentes dicen que el plan fue elaborado por Rusia) en varios frentes en el territorio al norte de Sukhumi. El ataque cogió totalmente desprevenido al ejército georgiano y uno tras otro fueron cayendo los pueblos cercanos al río Gumista, todos de mayoría georgiana. El último pueblo en caer fue Kamani. Tras acabar con las tropas georgianas, los abjazos y los chechenos se dedicaron durante dos días a torturar, violar y asesinar a los habitantes del pueblo. Las monjas del convento de Kamani fueron violadas y asesinadas ante el padre Yuri Anua y el padre Andria, los sacerdotes del pueblo. Después pusieron de rodillas a los sacerdotes y los asesinaron.
Con esta ofensiva los abjazos pasaban a dominar todas las alturas que rodeaban Sukhumi. La calma se restableció con un nuevo alto el fuego mediado por Rusia, pero el 16 de septiembre las fuerzas abjazas se lanzaron al asalto de Sukhumi. Tras 11 días de duros combates con bombardeos indiscriminados sobre la ciudad, el 27 de septiembre los abjazos recuperaban su capital. Y la intención era hacerla completamente suya.
La masacre comenzó de inmediato, sin importar edad o condición de las víctimas. Una chica georgiana fue violada y cortada en dos partes, y sobre el cadáver dejaron un cartel en el que una parte era Abjazia y la otra Georgia. Una mujer fue forzada a mirar cómo disparaban a su hijo de siete años y cómo arrojaban gente a un pozo para después lanzar granadas dentro. Durante dos semanas abjazos y chechenos peinaron casa por casa, en busca de los georgianos que no habían conseguido huir y se ocultaban en sótanos y buhardillas.
La desbandada del ejército georgiano fue total, así que las tropas abjazas continuaron avanzando sin dificultades. En el pueblo de Ochamchire se repitió el patrón habitual de atrocidades, según los testimonios esta vez cometidas por los cosacos, que tras asesinar a todos los hombres violaron durante días a las mujeres y las niñas para después ejecutarlas.
Los miles de civiles georgianos que habían conseguido escapar de las masacres trataron de huir hacia el territorio de Georgia, lo que suponía tener que cruzar con lo puesto pasos de montaña en octubre, una época en la que el clima ya era bastante duro. Centenares se perdieron en los caminos y murieron de hambre y frío.
Abjazia conseguía así su independencia. Para conseguirla habían masacrado a entre 20 mil y 30 mil georgianos y desplazado de sus hogares a unos 200 mil. La tragedia no tuvo entonces apenas repercusión mediática y sigue siendo una tragedia prácticamente olvidada.