En 1989 en Belgrado todo parecía posible y  todo se iba a arreglar. La felicidad y el optimismo duraron solo un año, pero fue tan intenso que en el recuerdo de quienes lo vivieron, parece que fue una década.

Yugoslavia nunca fue del todo un país del Este típico de la Guerra Fría. Desde la ruptura de Tito con la URSS y el acercamiento a Occidente, siempre había sido diferente y los yugoslavos no podían evitar mirar con un cierto aire de superioridad al resto de “hermanos comunistas”. Belgrado era un hervidero de contracultura, con multitud de grupos punk y un club que se convirtió en el centro de todo tipo de expresiones artísticas alternativas, el Akademija, además de una emisora de radio que se encargó de difundir y documentar toda esta cultura, la emisora Ritam Crca (Ritmo del Corazón), dirigida por un estudiante llamado Veran Matic.

Partibrejkers, uno de los grupos más famosos de la época

Pero mientras en Belgrado algunos vivían un sueño, en otro lugar de Serbia se estaba gestando una pesadilla.

https://youtu.be/T3nuIwLC4PI?t=776

En este momento de transformación del socialismo serbio en nacionalismo, las Juventudes Comunistas de Serbia quisieron demostrar que Serbia era más progresista que el resto de repúblicas y propusieron a Ritam Crca unirse durante quince días a otra emisora alternativa, Index 202, para hacer una serie de emisiones especiales. La idea pareció perfecta en ambas emisoras y siguiendo la táctica habitual en los países comunistas, redactaron un proyecto totalmente acorde con la línea del Partido para después hacer todo lo contrario. Y así surgió la emisora B92.

El estilo de B92 en esta primera época era muy similar al de las radios piratas anarquistas de Europa Occidental: música alternativa, entrevistas a todo tipo de personajes sin censura, información política… e incluso bromas. Por ejemplo, los nacionalistas serbios organizaron manifestaciones por toda Yugoslavia para anunciar el resurgir de la nación serbia. Incluido en Ljubljana, la capital de Eslovenia, donde apenas vivían serbios. El equivalente a ser del JUSAPOL y organizar una manifestación en Barcelona para pedir la equiparación salarial. Los de B92 se dedicaron a llamar en directo a gente en Ljubljana haciéndose pasar por “Voja, tu colega de la mili” diciendo si podía ir a su casa con otros 12 amigos y alojarse allí para poder ir a la manifestación. El horror de los que recibían la llamada y sus declaraciones expusieron lo que opinaba el resto de Yugoslavia del nacionalismo serbio.

Los quince días de emisión pasaron, pero se llegó a un acuerdo con las Juventudes Comunistas para seguir emitiendo. B92 quedaría a partir de entonces en una situación alegal que duraría años.

Llegado 1990, en Serbia se celebró un referéndum sobre la democracia y a finales de año tuvieron lugar las primeras elecciones, en las que Slobodan Milosevic arrasó. Su hábil nadar entre las dos aguas de la reforma del socialismo y el resurgir del nacionalismo y sobre todo su férreo control de los medios en una época en la que la televisión lo era todo hicieron que no tuviera rival.

El 9 de marzo de 1991 la oposición organizó protestas por sospechas de fraude en las elecciones. Las protestas terminarían en una batalla campal con la policía en el centro de Belgrado que B92 retransmitió en directo desde primera línea en sus oficinas en la Plaza de la República. Como era de esperar, la polícia entró en B92 y ordenó el cierre de la emisión.

Al día siguiente, con la policía todavía presente, B92 fue autorizada a emitir de nuevo, pero solo música. Los DJs se las apañaron para contar las noticias con música. Y así, la lista del día incluyó White Riot (The Clash), The Boys Are Back in Town (Thin Lizzy) y por supuesto, Fight The Power (Public Enemy).

Pocos días después y tras la intervención del ejército con los tanques entrando en Belgrado para terminar con las protestas, B92 volvería a sus emisiones normales. El país en cambio se alejaba cada vez más de la normalidad. Comenzaba el camino hacia la guerra. La sociedad se militarizó y finalmente llegó a los jóvenes urbanos de Belgrado, los oyentes de B92, lo que pensaban que nunca les alcanzaría: el reclutamiento. Muchos huyeron del país o se pasaron años cambiando de dirección. En algunas ciudades se llegaron a cambiar placas de calles para crear confusión. Finalmente solo un 13% de los jóvenes de Belgrado llegó a participar en alguna de las guerras balcánicas.

La Radio Televisión Serbia, convenientemente purgada por Milosevic de periodistas desleales unos meses antes, fue el principal medio de transformación de la sociedad y de la preparación para la guerra. Durante meses la RTS se dedicó a emitir programas en los que los croatas eran mostrados como subhumanos. La destrucción de Vukovar se presentó como una liberación.

B92 no se quedó de brazos cruzados. En lo que sería el inicio de una nueva rama de sus actividades, la edición de música, B92 reunió a tres grupos para crear la canción Slusaj Vamo: Mir, Brate, Mir  (Escucha: Paz, Hermano, Paz) y distribuirla gratis lanzando los singles desde un camión por las calles de Belgrado.

Y cuando en marzo de 1992 empezaron a aparecer barricadas en Sarajevo, Matic montó en una avenida de Belgrado un control vestido de uniforme y pidiendo papeles a los conductores.

A pesar de estos y otros esfuerzos, el movimiento pacifista apenas conseguía tener repercusión. La todopoderosa RTS gobernaba las mentes de los ciudadanos serbios y sin una red extensa para llegar a todo el país, la tarea era imposible. B92 hizo por tanto el esfuerzo de traer la guerra a las casas de la gente. Se llegaron a acuerdos con emisoras de Bosnia y Croacia y se emitieron boletines de noticias enviados desde Sarajevo.

B92 estaba así dando el paso de dejar de ser una emisora de estudiantes con música rara. Se estaba convirtiendo en el centro de un movimiento social y pro derechos civiles que la estaba convirtiendo en algo más relevante. Debido a esto Matic decidió hacer un experimento: de un día para otro simularon que la cadena estaba intervenida. Hubo cambio de periodistas, música como la de las cadenas del gobierno… Los oyentes llamaron desesperados preguntando qué había pasado para encontrarse que las telefonistas contestaban que no pasaba nada raro, que la emisora estaba funcionando como siempre… La situación empezó a complicarse tanto que decidieron interrumpir el experimento. Con esto la cadena tomó conciencia de la importancia que habían adquirido y por tanto de la responsabilidad que tenían. El lema de B92 a partir de entonces sería: “no confíes en nadie, ni siquiera en nosotros”.

Si la situación del país parecía que no podía empeorar más, llegaba otra vuelta de tuerca: la hiperinflación. El dinero dejó de tener sentido. Para poder sobrevivir a las sanciones y el bloqueo, el régimen de Milosevic hizo la vista gorda a los contrabandistas, que acabaron convertidos en la nueva élite económica. La mayoría de ellos eran quienes en la guerra habían hecho el trabajo sucio de Milosevic: los paramilitares como el tristemente famoso Arkan.

Y así, tras la institución de la cultura de la guerra, se daba otro paso hacia la “descivilización” del país con la llegada a la cúspide de los contrabandistas. Esta cultura de guerra, nacionalismo y contrabando crearía su propia música, el turbo-folk, un estilo mezcla de techno estridente e instrumentos tradicionales, con odas a los nuevos ricos y su cultura de machos vinculándolos a los héroes legendarios serbios.

La cantante más famosa de este género fue Ceca, que acabaría convertida en 1995 en esposa de Arkan en una “boda de cuento de hadas”, incluida comitiva de coches de lujo con invitados disparando al aire y ceremonia en la catedral ortodoxa de Belgrado y con Arkan vestido de uniforme serbio de la Primera Guerra Mundial.

Con el dominio del turbo-folk, el rock y la música electrónica que eran el dominio de B92 y sus oyentes quedaron totalmente marginados. Totalmente aislados de Occidente, se crearían géneros originales y sobre todo dos actitudes ante la situación.

La primera actitud fue la de desconectarse de la realidad para poder sobrevivir, a través de una música intimista y relajada, un hedonismo que puede sonar a irresponsable pero que para algunos era la única manera de no perder la cabeza. El grupo más destacado fue sin duda Darkwood Dub.

La segunda actitud fue la de enfrentarse y protestar. Grupos de ska y punk se plantaron en los escenarios y las ondas de B92 con letras combativas y ganas de tumbar el régimen activamente. Grupos como Eyesburn que no estaban para intimismos con canciones como Fool Control y War Control.

“So many words and everything is being said I man just want them dead
So many words and everything is being said global solution, the revolution”

“War within and war outside are taking in control
War within and war outside are taking in control
War within and war outside please re-connect me soul
War within and war outside are taking in control”

B92 seguía así siendo el oasis que permitía mantenerse informado de lo que verdaderamente estaba pasando y escuchar una música fuera de los canales oficiales. Pero además era el único reducto de manifestaciones culturales alternativas, algunas de ellas verdaderamente pasadas de rosca como el programa de tres horas que a altas horas de la noche tenía Fleka, el propietario del club Akademija. El culmen del programa de Fleka fue una visita en 1995 de Bill Drummond y Jimmy Cauty, los componentes de The KLF, que grabaron una versión de la canción de Los Siete Magníficos con la voz de Fleka de fondo diciendo: “This is Radio B92: Serbia calling”.

El programa por cierto incluyó varias llamadas de queja de oyentes no habituales de B92, incluida una psiquiatra preocupada por la salud mental de Fleka y dispuesta a ayudarle.

La canción terminaría convertida en el jingle de B92 y en una canción contra el régimen con más significado del que parece. En otoño de 1995 se firmaban los Acuerdos de Dayton que ponían fin a la Guerra de Bosnia. La paz por fin llegaba pero al precio de recompensar a los serbobosnios con un tercio del territorio gracias a sus atrocidades y al precio de convertir la comunidad internacional a Milosevic en un hombre de paz y un hombre con el que se podía dialogar. El mazazo fue devastador para la oposición serbia. De ahí la desesperada llamada de ayuda de Fleka.

Sin embargo todo empezaría a cambiar en el invierno de 1996-1997.

En noviembre de 1996 se celebraron en Serbia elecciones regionales y municipales. Milosevic ganó las regionales pero la oposición ganó las municipales en las principales ciudades. Se anularon los resultados y la gente se lanzó a la calle en protestas diarias que durarían hasta marzo de 1997. Hubo de todo en estas protestas, con el ingenio del humor negro balcánico a plena potencia: horas de ruido con silbatos y utensilios de cocina; lanzamiento de huevos contra la sede de la RTS; limpiezas a fondo con detergente y cepillos de las plazas en las que se contramanifestaban los seguidores de Milosevic; estudiantes que pintaban corazones en los escudos de los antidisturbios o les lanzaban pompas de jabón. Y caceroladas cada noche a las 19:30, la hora del informativo de la RTS. Cacerolada que por supuesto era emitida en directo cada día por B92.

Internet era una recién llegada al país y el régimen no era consciente del poder que podía tener, así que tanto los manifestantes como B92 no tardaron ni un segundo en aprovecharla para poner fin al aislamiento y dar al conocer al mundo lo que estaba pasando. Esto sería clave el 3 de diciembre de 1996, decimocuarto día de protestas, cuando la policía volvió a irrumpir en los estudios de B92 y ordenó cortar la emisión.

B92 puso en marcha de inmediato el sistema de emergencia que había planeado aprovechando la ignorancia y el desdén del régimen de Milosevic hacia Internet que provocaron que no trataran de cortar esta vía de comunicación. Se comenzó a emitir por Internet y a enviar los programas al proveedor alternativo holandés XS4ALL, que los reemitía por Internet. El Servicio Internacional de la BBC captaba esta señal y la enviaba de vuelta a Serbia vía satélite. A su vez, diversas organizaciones dedicadas a los ciberderechos iniciaron campañas de solidaridad que lograron dar por primera vez una repercusión internacional a la situación de B92. Las presiones acabaron surtiendo efecto y 48 horas después, B92 volvía a emitir.

En febrero de 1997 Milosevic trató de acallar con violencia las protestas. Las cargas policiales acabaron con multitud de heridos, pero no hicieron más que redoblar las protestas. Días después Milosevic se rindió y aceptó el resultado de las elecciones. Los principales partidos de la oposición entraron en las alcaldías y… comenzaron las rivalidades. La coalición de partidos de oposición no tardó en romperse. La gente se sintió traicionada y abandonada. No habían salido a la calle por los partidos, sino por la voluntad popular. Y los partidos no hicieron más que satisfacer sus intereses.

El caso más sonado fue el del líder opositor Vuk Draskovic, que decidió formar una coalición de gobierno con Milosevic y ser su vicepresidente. La reputación de Draskovic quedó totalmente destruida y Milosevic lo apartó rápidamente para a continuación pactar con el Partido Radical Serbio, de Vojislav Seselj.

¿Quién es Vojislav Seselj? Hoy en día al verle en fotos de traje parecerá un señor mayor cualquiera, un político cualquiera. Pero durante la guerra de Croacia fue el señor en el centro de esta foto. El líder de los Águilas Blancas, un grupo paramilitar similar a los Tigres de Arkan.

Tras la guerra Seselj fundó el Partido Radical Serbio, de programa abiertamente fascista y panserbio. Milosevic no tuvo ningún inconveniente en formar gobierno con él. A día de hoy todavía hay gente que argumenta que Serbia, un país en el que los fascistas eran parte del Gobierno y la economía se basaba en el capitalismo salvaje del contrabando, era un Estado socialista al que el Occidente capitalista quería destruir.

Pocos meses después comenzaba la guerra de Kosovo y las amenazas de la OTAN a Milosevic. La preocupación en B92 y los grupos opositores era grande al temer que los bombardeos solo reforzarían a Milosevic, que mientras tanto había comenzado a preparar al pueblo para el estado de paranoia necesario para una guerra gracias a su control total de los medios.

El 24 de marzo de 1999 comenzaban los bombardeos de la OTAN. B92 trató de informar sobre refugios y medidas de protección y llamó a la Protección Civil serbia. Nadie había preparado nada. La gente estaba indefensa y a Milosevic no le importaban las bajas civiles que por el contrario iban a alimentar su maquinaria de propaganda.

A las 3 de la mañana del 24 de marzo Veran Matic estaba en su casa cuando vio que la señal de B92 se interrumpía súbitamente. Matic se dirigió de inmediato a los estudios y se encontró a la policía, que lo detuvo 8 horas sin ninguna explicación. B92 tuvo que volver de nuevo a informar por Internet como podía, debido a las enormes restricciones y la censura.

Era un trabajo que se volvía muy difícil por la disyuntiva en la que se encontraba el equipo de B92 y mucha gente. Nadie apoyaba los bombardeos, ni siquiera los opositores. Eran un castigo a la población y un refuerzo para Milosevic. Pero moralmente no podían protestar contra la OTAN mientras no se decía ni una palabra de las atrocidades que los serbios estaban cometiendo en Kosovo.

El 2 de abril llegaba el golpe definitivo para B92. Un grupo de funcionarios respaldado por la policía tomaba los estudios y expulsaba a la dirección. Los trabajadores pudieron continuar y durante los días siguientes fueron sacando todo el material que pudieron, con la ayuda inestimable de las mujeres de la limpieza que en bolsas de basura sacaron CDs, documentos…

Muchos criticaron que el equipo de B92 se viera tan sorprendido y que no se prepararan. Algunos opinan que B92 fue demasiado ingenua, que se creyeron intocables y al no prepararse le dieron al gobierno una cadena entera con equipo a la última.

Quizás podrían haberse preparado para resistir y pasar a la clandestinidad. Pero la Serbia de 1999 ya no era la de 1997, donde había represión y control, pero al menos no se había llegado al punto de los asesinatos por motivos políticos. La Serbia de 1999 era diferente, como demostró el caso de Slavko Curuvija, un periodista opositor que fue ejecutado por agentes de Milosevic a plena luz del día.

Expulsados de su cadena y sin medios, B92 organizó algunos pequeños conciertos y actos. En realidad no consiguieron repercusión ni la esperaban. Se trataba de mantener unido al equipo, de intentar mantener los ánimos y mantener viva la llama de que había otra Serbia, otros serbios que no eran genocidas ni criminales de guerra.

Mientras tanto, otra cadena desaparecía de antena durante unos días, aunque por una situación totalmente diferente. El 23 de abril la OTAN bombardeaba la sede de la RTS al considerarla una herramienta de guerra de Milosevic. Dado lo sensible que era el objetivo, la OTAN avisó del bombardeo por canales diplomáticos. Milosevic avisó del bombardeo a los directivos de RTS, que abandonaron discretamente el edificio, dejando allí a 16 técnicos. Minutos después varias bombas destrozaban el edificio y acababan con la vida de los 16 técnicos. A día de hoy todavía se utiliza este bombardeo con fines propagandísticos, incluso después de que en 2011 la propia RTS reconociera en un comunicado su implicación con el régimen de Milosevic.

La guerra terminó el 9 de junio. Belgrado estaba en el peor estado psicológico que nunca había tenido. La economía y el país estaban destruidos. En el mundo de fantasía de RTS el país había sido reconstruido, la economía estaba en marcha, Kosovo seguía perteneciendo a Serbia y los Aliados y la ONU habían sido derrotados.

En otoño apareció un débil movimiento ciudadano que pronto perdió energía. No era su momento. Era el momento de Otpor.

Otpor era un movimiento surgido en 1998 pero que debido a la guerra había preferido detener sus actividades y mantener un perfil discreto. Lejos quedaba el estilo desenfadado de las movilizaciones de 1996-1997. Otpor tenía una imagen cuidada y se dedicaba al activismo descentralizado con acciones que causaran inquietud y desconcierto. Por ejemplo, organizaron un concierto por el milenio la Nochevieja de 1999 en la Plaza de la República de Belgrado. Cuatro minutos antes de las campanadas proyectaron un corto sobre el horror vivido por Serbia en los últimos diez años que terminaba con la frase “No hay nada que celebrar”. Se apagaron las luces y se pidió a los asistentes que se marcharan a casa y pensaran en cómo iban a cambiar la situación.

Mientras tanto, el 2 de agosto de 1999 B92 renacía como B2-92, utilizando un canal municipal del partido de Vuk Draskovic, que ahora controlaba la alcaldía de Belgrado. El equipo de B92 no estaba muy convencido de tener que recurrir a un medio supeditado a Draskovic, pero lograron mantener su independencia. Gracias además a la red ANEM que B92 había ido organizando en los años anteriores, con pequeñas emisoras por todo el país, consiguieron por fin convertirse en una radio casi nacional y con un gran éxito. Justo en el momento en el que Otpor también conseguía expandirse en todo el país e incluso penetrar en las zonas rurales que habían sido fervientes seguidoras de Milosevic desde el principio.

En el año 2000 de repente todo pisó el acelerador, incluida la violencia política. El 15 de enero Arkan fue asesinado en la recepción del Hotel Crowne Plaza de Belgrado. A día de hoy aún se desconoce la autoría y si se trató de un ajuste de cuentas entre criminales o si el régimen quiso quitar de en medio un testigo incómodo ante el Tribunal de La Haya.

El 17 de mayo la policía entraba en B2-92 y otros medios. El cierre fue total y hubo que volver a la transmisión por Internet, además de contar con la ayuda de emisoras de Bosnia y Rumanía cercanas a la frontera y que transmitían de vuelta a Serbia. El Gobierno serbio se dedicó a hacer jamming de la señal de radio, con lo que las emisiones apenas llegaban a Belgrado. Por primera vez en toda la era Milosevic, las provincias de Serbia pasaron a estar mejor informadas que la capital.

En verano se formó una nueva coalición opositora, DOS, con un candidato de compromiso, Vojislav Kostunica, demócrata pero nacionalista moderado, totalmente fuera del sistema y con una reputación intachable. Un hombre incluso aburrido de lo honesto que era.

Otpor también pisó el acelerador. Primero se organizó la campaña “Gotov Je” (“¡Está acabado!”), para “decorar” con esta frase todos los carteles en los que apareciera Milosevic.

La siguiente campaña fue “Vreme Je!”, “¡Es el momento!”, que además de una intensa campaña para fomentar la participación en las elecciones del 24 de septiembre, incluyó en colaboración con B92 una gira de conciertos en 25 ciudades de Serbia, con Darkwood Dub, Eyesburn, Kanda Kodza i Nebojsa y otros muchos grupos.

“Babylon you no more in charge way you react

You will never learn to treat a man with love and respect

Lyin’ and bribin with blood money won’t get you far

So don’t ask why normal humanity defeat you in war “

El régimen por supuesto no se quedó de brazos cruzados. El 4 de septiembre la policía asaltó la sede de Belgrado. En los 4 meses anteriores se había detenido a 1200 activistas, incluida la detención y tortura de 4 en un pequeño pueblo que causó una gran consternación entre sectores que hasta entonces nunca habían dudado de Milosevic.

Las elecciones del 24 de septiembre dieron una clara victoria a Kostunica. La Junta Electoral en cambió decretó que no había pasado del 50% de los votos y que era necesaria una segunda vuelta. La oposición no aceptó y se convocó una huelga general.

Las escuelas y fábricas se cerraron. Se bloquearon carreteras. Los mineros de Kolubara, que abastecían de carbón las principales centrales eléctricas, se unieron a la huelga. Algunos periodistas de la RTS trataron de hacer como los de Canal Nou cuando lo cerraron y protestaron contra Milosevic. La gente se lo tomó a burla.

Protestas en Kolubara

Llegados a este punto, Milosevic dio un discurso por televisión. Todo el mundo esperaba que desde el primer minuto declarara el estado de emergencia. En lugar de eso, se puso a dar excusas. Era la señal de que estaba acabado. En un momento dado del discurso llegó a decir: “Si los traidores vencen, perderemos Kosovo, la mafia gobernará el país”. Aquí ya la risotada fue general. Acababa de describir la Serbia que él había creado.

A sus espaldas todos los apoyos de Milosevic empezaron a tomar posiciones. El ejército se negó a intervenir en la huelga. La Iglesia Ortodoxa reconoció a Kostunica como presidente. Incluso Seselj dio por buenos los resultados anunciados por la oposición.

El 4 de octubre la policía cargó contra los mineros de Kolubara. En la batalla campal resultante, resultaron vencedores los mineros y la policía tuvo que retirarse. Se convocó para el día siguiente una manifestación de todo el país en Belgrado. Cientos de miles de personas se dirigieron a la capital y rompieron las barreras policiales de las carreteras empujando o con excavadoras.

Tras horas de manifestación por las calles de la ciudad, finalmente tenía lugar el asalto al Parlamento de Serbia. Pocos policías se resistieron, la mayoría huyó o se unió a los manifestantes. A las 5 de la tarde, la nueva sede de la RTS fue asaltada e incendiada.

Mientras tanto, miembros de Otpor liberaban los antiguos estudios de B92. El presentador Srdan Andjelic fue allí y una vez los técnicos pusieron en marcha el emisor en su frecuencia de siempre, el 92.5 FM, Andjelic invitó a la gente a unirse a ellos en una de las noches más hermosas de la historia del país.

En 13 horas y con solo dos muertos, uno de ellos accidental, se habían borrado 13 años de miedo y represión.

El 6 de octubre tuvo lugar una reunión de Kostunica con Milosevic. Milosevic finalmente aceptaba los resultados de las elecciones. Poco después y de la manera más adecuada, en la televisión nacional que le había mantenido en el poder, anunciaba su retirada y deseaba éxito a sus conciudadanos.

Para toda una generación que había cumplido los 20 al llegar Milosevic al poder, comenzaba la vida. En un país normal, a sus 20 años habrían empezado a vivir su propia vida. Pero esa vida quedó congelada por Milosevic y ahora que por fin había marchado, la vida empezaba a los 30. Y ese precisamente, en homenaje a toda esa generación de resistentes y luchadores, fue el título del primer disco de Darkwood Dub tras la caída de Milosevic, Zivot Pocinje u 30-oj (“La vida empieza a los 30”).