En la primavera de 1982 el Líder de Escuadrón John Reeve y el Teniente Martin Withers de la RAF se estaban preparando para un gran cambio. Tras décadas de servicio, en julio el Gobierno británico iba a retirar los bombarderos Avro Vulcan, incluido el escuadrón de Reeve y Withers.
Los Vulcan habían sido junto a los Vickers Valiant y los Handley-Page Victor el puntal de la disuasión nuclear británica: la Fuerza V. Pero la llegada de los submarinos Polaris, con capacidad de lanzar misiles nucleares con mucha más efectividad y sigilo, había ido relegando a los bombarderos. Los Valiant fueron retirados poco después de su entrada en servicio por problemas de fatiga de materiales. Los Victor se habían podido reconvertir exitosamente en aviones cisterna, con lo que aún les quedaba un tiempo de vida aunque en una función muy diferente. Y aunque los Vulcan también podían usarse para bombardeos convencionales, eran fácilmente reemplazables por aviones más pequeños y fáciles de mantener, como el Tornado. Nada podía evitar que los Vulcan acabaran en la chatarrería.
El 2 de abril de 1982 la situación iba a cambiar repentina e inesperadamente. Argentina había invadido las Islas Falkland.
La dictadura militar argentina estaba perdiendo el control del país, con la economía hundida y cada vez más protestas. El General Galtieri decidió apelar al patriotismo para levantar los ánimos y recuperar el control y dio orden de proceder a la invasión de las islas, reclamadas desde décadas atrás por Argentina.
Si Galtieri pensaba que el Reino Unido no iba a hacer ningún esfuerzo por recuperar su territorio, estaba muy equivocado. Rápidamente se pusieron en marcha planes y se creó una fuerza naval que partió hacia las islas para recuperarlas.
La operación sería una misión conjunta de la Armada y el Ejército británicos. La RAF no contaba con bases o bombarderos que le permitieran intervenir en principio. El territorio británico más cercano desde el que podían operar aviones no embarcados en portaaviones era la Isla Ascensión, a 6300 kilómetros de las Falklands.
A los pocos días de la invasión se puso en marcha una fuerza de operaciones compuesta por los portaaviones HMS Invincible y HMS Hermes, sus buques de apoyo y buques de transporte para llevar las tropas. El gran peligro que tenía la fuerza británica una vez se acercara a las Falklands era que se estaba enfrentando a una dictadura anticomunista, lo que quería decir en la Guerra Fría que se enfrentaba a un país repleto de armamento de primera proporcionado por Occidente. Y entre ese armamento se encontraba un misil que podía inclinar la balanza y dar al traste con la operación sin ni haber comenzado: el misil francés Exocet.
El Exocetes un misil antibuque que entre otras plataformas se puede disparar desde un caza y que en los 80 era casi imposible de detener. Su aproximación al objetivo a toda velocidad y a tan solo 1 o 2 metros del agua lo hacía invisible al radar, con lo que no se podía detectar el ataque hasta que el misil casi estaba encima. Hacían falta varios para poder acabar con un buque del tamaño del Invincible o el Hermes, pero los argentinos solo tenían que tener suerte una sola vez en un ataque para acabar con las opciones británicas.
Lo único que podía hacer la fuerza británica era reducir los posibles orígenes de ataques con Exocet. Estaba descartado atacar bases argentinas por motivos políticos. Quedaba eliminar la posibilidad de que cazas argentinos pudieran despegar desde las Falklands. Había que inutilizar la pista de la base aérea de Port Stanley, la capital de las Falklands.
El problema es que los únicos cazas con los que contaban los portaaviones británicos eran losHarrier y debido a su pequeño tamaño las bombas que podían usar no eran suficientes para causar graves daños en la pista de Port Stanley. Se necesitaba un avión más potente y pesado y los únicos candidatos disponibles eran los Avro Vulcan de la RAF. Así que aunque la RAF solo tenía para operar la isla de Ascensión, tendría que hacerlo. Comenzaba la Operación Black Buck.
El Líder de Escuadrón John Reeve recibió de inmediato una llamada. Se cancelaban los planes de desmantelamiento del escuadrón y en breve recibiría información de su nueva misión, atacar las posiciones argentinas en las Falklands. Llegaba el momento de los Vulcan. O mejor dicho, de los Victor y los Vulcan.
Porque el Avro Vulcan era un bombardero medio. El Reino Unido nunca había tenido la necesidad de disponer de un bombardero de largo alcance. En caso de guerra nuclear, la Fuerza V habría despegado de sus bases y solo habría tenido que volar 2000 kilómetros para atacar sus objetivos en la URSS. Para poder volar desde Ascensión a las Falklands iba a ser necesario elaborar un meticuloso plan de repostajes en vuelo.
Y no solo eso. Para cuando los argentinos invadieron las Falklands, el plan de decomiso y retiro de los Vulcan estaba muy avanzado. Hubo que reinstalar sistemas de navegación inercial para poder orientarse en vuelo, así como el sistema de control de lanzamiento de bombas. Se rescató de milagro de una chatarrería el número suficiente de sujeciones para la bodega de bombas. Los ingenieros hicieron contrarreloj un trabajo excelente que con la burocracia, homologaciones y procedimientos habituales habría llevado un año.
A continuación se comenzaron los entrenamientos de vuelo en formación y de repostaje en vuelo. A finales de abril la mayor parte de las tripulaciones seleccionadas voló a Ascensión. El 29 de abril John Reeve y Martin Withers volaron con dos Vulcan a la base de Ascensión, Wideawake Airfield, seguidos poco después por otros dos Vulcan y 18 Victor.
El plan de bombardeo se había trazado ya en el Reino Unido. El Vulcan llevaría una carga de 21 bombas, pero al soltarlas sucesivamente, realmente solo una o dos tendrían oportunidad de dar en el centro de la pista. El avión lanzaría las bombas de tal forma que trazaran una diagonal pasando por el centro.
A continuación en Ascensión se trazó el plan de repostaje. Tras el trabajo de dos días de una docena de pilotos de Victor, se elaboró el siguiente plan:
Una primera oleada de dos Vulcan, uno el principal y el otro de reserva, y varios Victor partiría de Ascensión seguida de una segunda oleada de Victor. Si todo transcurría correctamente, los reservas volverían a base y se iniciaría una cadena de repostajes. Hecho el último repostaje, el Vulcan continuaría para llevar a cabo el bombardeo y en la ruta de vuelta una tercera oleada se encargaría de reunirse con él y repostarlo.
Con todo preparado, el 30 de abril por la noche se recibía en Wideawake la siguiente transmisión:
Del Comandante Aéreo
Operación Black Buck
- Ejecuten op Black Buck 1 AW HQ 18Gp A A A/19F/K A A 300853Z APR 82
- Hora en objetivo 010700Z May repito 010700Z May.
- Es aceptable un retraso en el lanzamiento de la misión si la TOT no supera las 010900Z May 82.
Rápidamente las tripulaciones se reunieron para el informe previo a la misión. Poco después despegaba la primera oleada, con Reeves pilotando el Vulcan primario, XM598 y con Withers a los mandos del Vulcan de reserva, XM607.
A los pocos minutos de comenzar quedó claro que XM598 no podría continuar la misión. Una de las ventanillas de la cabina no se sellaba adecuadamente, con lo que era imposible presurizar la cabina. Reeves tenía que volver a la base, y sería Withers quien haría el bombardeo.
El plan de repostaje se ejecutó a la perfección, salvo por la tensión de que el Vulcan estaba consumiendo más de lo calculado. A medida que se iban sucediendo los repostajes, los Victor iban volviendo a la base, hasta que la fuerza quedó reducida al XM607 y a dos Victor, el XL189 del Líder de Escuadrón Bob Tuxford y el XH669 del Teniente Steve Biglands.
El XH669 iba a ser el que acompañaría hasta el último repostaje al Vulcan, pero la dura climatología del Atlántico Sur hizo cambiar los planes. Teniendo que hacer un repostaje en medio de una tormenta, la manguera del XH669 se averió. Fue necesario un cambio de papeles. El XH669 dio la vuelta y el XM607 y el XL189 continuaron.
Era el momento del último repostaje. Los cambios que se habían tenido que hacer sobre la marcha habían causado que el XM607 tuviera 2200 kilos de combustible menos de los previstos. Pero no solo eso. Con el último repostaje, el Victor XL189 de Tuxford se quedaba sin suficiente combustible para llegar a Ascensión.
Withers decidió continuar a pesar de todo. El XL189 dio la vuelta. El XM607 se quedaba solo. Cálculos posteriores indicaron que en realidad estaban aún peor de lo que pensaban. Iban con 3600 kilos de combustible menos de los previstos.
A 480 kilómetros de las Falklands se hizo un brutal descenso para ocultarse de los radares argentinos. De la cota de 11 000 metros de crucero, Withers llevó el Vulcan a volar a tan solo 90 metros sobre el Atlántico Sur. A 40 kilómetros ascendieron a 300 metros. Las colinas de las Falklands empezaron a aparecer en el radar. Y de aquí un rápido ascenso a 3000 metros para tener suficiente altura para el bombardeo, a una velocidad de 700 km/h.
En 5 segundos y a 3 kilómetros del objetivo las 21 bombas salieron de la bodega. Withers hizo virar el avión. No habría oportunidad de ver si las bombas alcanzaban la pista, de esto se encargaría un reconocimiento fotográfico hecho por los Harrier de los portaaviones.
Mientras tanto en el HMS Coventry, el destructor encargado de registrar en su radar la ruta del XM607 y esperar su señal acabada la misión, había una tensa espera. Por fin pasados unos minutos se recibía el mensaje en clave que indicaba que la misión se había completado:
SUPERFUZE
A la tripulación del XM607 le quedaba todavía un largo vuelo de retorno. Mientras tanto Tuxford, que había mantenido silencio radio para evitar comprometer la misión, al recibir también la señal SUPERFUZE rompió su silencio y avisó a Wideawake de su problema de combustible. Con rapidez se prepararon dos Victor de la primera oleada que ya habían retornado para ir a su rescate. Consiguieron proporcionar el combustible necesario y el XL189 aterrizó en Ascensión sin problemas.
Mientras tanto las operaciones de repostaje del Vulcan se efectuaron según lo previsto y el XM607 consiguió también llegar a Ascensión sin más incidentes. Había estado en vuelo dieciséis horas.
Las fotografías tomadas por los Harriers indicaban que el objetivo se había cumplido.
Un solo impacto en la pista puede parecer poco, pero ese impacto generó un cráter lo suficientemente grande y destructivo. Los ingenieros argentinos taparon el cráter en apenas 24 horas, pero la reparación de emergencia solo dejaba la pista apta para aviones pequeños y para los duros aviones de transporte Hercules. Los cazas que podían llevar misiles Exocet exigían una pista en buenas condiciones para operar. Es cuestionable si realmente los argentinos se habían planteado trasladar cazas a Port Stanley. Pero el caso es que con el bombardeo de Black Buck Uno esa posibilidad quedaba eliminada.
Withers recibió la Cruz de Vuelo Distinguido y Tuxford la Cruz de la Fuerza Aérea. Durante las siguientes semanas se sucederían otras seis misiones Black Buck. Dos tuvieron que ser canceladas mientras que las otras cuatro causaron daños adicionales a la base aérea y a radares.
Terminada la guerra, los planes previstos volvieron a ponerse en marcha. A finales de 1982 se desactivaban los últimos escuadrones de Vulcan. Los Victor conseguirían alargar su vida útil y algunos todavía llegaron a participar en la Guerra del Golfo. Finalmente eran retirados en 1993.
XM607 consiguió sobrevivir al desmantelamiento y hoy en día se conserva como monumento a pie de pista en su base, RAF Waddington.
El destino fue en cambio mucho más cruel con el verdadero héroe de la misión, el Victor que hizo posible el último repostaje arriesgándose a no volver a base. El XL189 terminó en la chatarra.
Aunque quizás sea mejor recordarlo así.