Higo Chumbo se dirigió al consejo de ancianos:
– Sabios ancianos, debéis considerar mi propuesta sobre los nombres. ¿Sabéis que hay por lo menos 12 Águilas Veloces solo en esta tribu? Quién sabe cuántos más puede haber entre los comanches, los apaches, y los sioux. Es imposible que podamos aclararnos así.
– Pasame el peyote – Dijo uno de los ancianos.
– ¿Qué?
– Digo, que me des la pipa. La encenderemos y deliberaremos tu propuesta, asqueroso Higo Chumbo.
– ¿Qué?
– Que vamos a discutir tu propuesta, valeroso Higo Chumbo.
– Ah
– Antes de irte, pasame el Jack Daniels.
– ¿Qué?
– Que me des la bebida del rostro pálido. Las deliberaciones serán largas y nuestros huesos necesitaran algún reconstituyente. Vuelve al amanecer.
Salía el sol cuando Higo Chumbo entró de nuevo en la cabaña. El ambiente estaba cargado en el interior. Higo Chumbo tosió. Esto llamo la atención del único anciano que estaba despierto.
– Higo Chungo, ¿sabes cuantos rostros pálidos hay que se llaman Jack Daniels?
– Lo desconozco, Flecha Sibilina.
– Más de 100, contando solo los que han venido a ofrecernos pieles, armas, tónicos capilares, etc. ¿Y sabes cuantos traían esta bebida? Los cien. Higo Puro, hemos escuchado al Arrendajo. Y nos ha dicho: La calidad sin cantidad es banalidad.
– Entonces, la propuesta… – balbució Higo Chumbo, al que le costaba entender la pastosa voz de Flecha Sibilina.
– Sera tratada nuevamente esta noche. Tráenos un gran búfalo. Esta noche, las deliberaciones también serán largas.