En otoño de 1778 la tercera expedición del Capitán Cook se encontraba en el Pacífico Norte buscando el Paso del Noroeste. Cuando el hielo hizo imposible continuar, Cook viró rumbo sur para explorar unas islas que la expedición había descubierto en el viaje de ida: Hawai’i. A finales de noviembre llegaba a la costa norte de Maui y tras virar al este se encontró con la isla de Hawai’i. Decidió navegar alrededor de la isla para protegerse de los fuertes vientos noreste y encontrar una bahía en la que refugiarse y avituallarse. El tiempo no acompañó e hicieron falta dos meses para completar el giro y llegar a la bahía de Kealakekua, donde la expedición se encontró un recibimiento inesperado.
Cientos de canoas cargadas de gente recibieron a los barcos británicos, con otros muchos centenares de hawaiianos nadando en torno a ellas y centenares más en la playa. Todos además en un ambiente festivo y animado como nunca habían visto. Al desembarcar, Cook y sus acompañantes fueron llevados a un altar mientras la gente gritaba: “¡Lono, Lono!”. Cubrieron a Cook con un manto rojo y le entregaron ofrendas. Se acababa de dar una de las coincidencias más extrañas y rocambolescas de la historia.
En Hawai’i era la época del Makahiki. Según la tradición, el dios Lono volvía a las islas por esas fechas y se hacía un ritual en el que una representación suya navegaba en torno a la isla con su estandarte, un palo con un travesaño del que colgaba una tela blanca.
Cook había navegado alrededor de la isla en esa dirección y llevando un símbolo como el de Lono, las velas de sus barcos, y desembarcando donde se le esperaba. Así, fue recibido como una representación del dios Lono y agasajado.
La expedición permaneció dos semanas en Hawai’i. Pasado ese tiempo levaron anclas pero a los pocos días uno de los mástiles del barco de Cook se rompió en una tormenta. No quedaba más remedio que volver a Hawai’i y repararlo.
El recibimiento esta vez fue absolutamente diferente. Casi nadie salió a recibirlos. Cook acababa de causarle un gran problema espiritual a los hawaiianos. Cuando acababa el Makahiki, Lono marchaba con la promesa de volver, pero al año siguiente. La vuelta de Cook pocos días después demostraba que les había engañado y mentido, y que no personificaba a Lono.
Los carpinteros se pusieron a trabajar en la playa lo más rápido posible, pero un mástil no se arreglaba en pocas horas en el siglo XVIII. Los días fueron pasando y el ambiente era cada vez más hostil. Y el tercer día tuvo lugar la tragedia: un incidente absurdo, gritos, empujones, un disparo de fusil y varios hawaiianos se abalanzaron sobre Cook y lo mataron.
Llega el verano y nada ha cambiado en la industria de la información. Siguen llegando como dioses, con su ritual, y como idiotas los recibimos y agasajamos, creyendo que traen la verdad y la información. Y a los pocos días, como Cook, se revela que no son nada. Como los hawaiianos, nos enfadamos. Pero volvemos a caer en el ritual y volvemos a escucharles.
Demos el paso por fin. Acabemos con la industria de la información. Por supuesto sin necesidad de la violencia que sufrió Cook. Aunque igual un poco de alquitrán y plumas…