Palencia y su provincia son tan desconocidas que tienen la desgracia de que incluso en las reivindicaciones de “¡XXX existe!”, se habla de Teruel. O incluso de Soria. Pero de Palencia no. No se habla ni en El Tiempo. Cuando TVE hace ese megaprograma de El Tiempo que repasan provincia por provincia siempre que pasa que “hay riesgo de nevadas en las montañas de León y Burgos”. ¿¿Y en las de Palencia que están en medio??
Pues sí, Palencia existe. Y en su capital hay pocas cosas pero interesantes. Y una de ellas es el bar guarro. Oficialmente no se llama así, claro. Es el Bar el Trompicón. Pero los entendidos lo conocen como el bar guarro.
Pensaba que iba a escribir de nuevo de un lugar que ya no existe, ya que mi primera y única visita fue en 1994. Pero la siguiente captura de Street View es de 2019, así que ahí siguen al pie del cañón en la calle Mayor Antigua, 86.
¿Qué hace especial el bar guarro? Sobre todo las historias, como suele pasar en locales así. Por ejemplo, la leyenda de que no puedes aparcar el coche enfrente. Si lo haces, una hora después tendrás por el lado que da al bar una capa de grasa indestructible. O el recipiente del marinado, que esto no es ninguna leyenda, sino algo visto por este su corresponsal con sus propios ojos: un cazo con la salsa secreta con la que mojan lo que va a la plancha. Plancha que por supuesto recibe todo tipo de productos sin ningún requisito o “zonificación”: donde va el lomo van también los huevos y los chorizos y las morcillas. Plancha que por cierto siempre funciona. Y si está apagada, no van a tener problema de ponerla en marcha. No es de estos sitios de “uy es que ya he fregado la plancha”.
Cortesía de Google y de algunos visitantes del lugar, os ofrecemos a continuación algunas vistas del lugar.
Cortesía de Vacceos CyL, la barra:
El menú, con todo lo que se podía esperar:
Cortesía de Javier Fernández Pérez, la plancha:
Y atención, de nuevo gracias a Vacceos CyL, EL CAZO DE LA SALSA (vista parcial):
En definitiva, un imprescindible de la gastronomía a precios populares. Y además, contra todo pronóstico, sin posteriores problemas gastrointestinales. Claro que éramos jóvenes…